FIDELIDAD Y COMPROMISO.
Eran los tiempos difíciles de la dictadura. A Concepción, la capital del Primer
Departamento del país, le tenían marcada como rebelde los personeros del gobierno por haber sido
escenario del levantamiento militar de la revolución de 1947. Marginaron la
ciudad dejándola fuera del famoso triángulo de desarrollo cuyos vértices
principales eran Asunción, Encarnación y Ciudad del Este. Por muchos años la capital del Primer Departamento careció de
ruta asfaltada, con el agravante de las aperturas de dos rutas: La Ruta III que
unía Asunción con Pedro Juan Caballero pasando por Yby Ja´u y la Ruta IX
“Carlos Antonio López” o la Trans-Chaco, que desviaron hacia la capital la
provisión de importantes mercados que correspondían a Concepción. Finalmente, cuando por fin se aprobó el
proyecto del asfaltado Concepción – Pozo Colorado, construyeron el Puente pero
no la ruta, es decir, se tenía un hermoso puente que no conducía a ninguna
parte. La ciudad de Concepción no se
amilanó nunca, aprendió a autoabastecerse, y a
luchar por su progreso y supervivencia, con toda entereza y
dignidad. Hace unos días, en uno de los
programas de la Radio Regional se resaltó la personalidad del segundo Obispo
Diocesano Mons. Aníbal Maricevich Fleitas, que asumió y vivió un buen trecho de
la historia de lucha de Concepción, en aquellos días difíciles en los tiempos
de la dictadura. En el intento de destacar algunas facetas de su personalidad
como un líder religioso, que asumió su rol con fidelidad y compromiso, los
panelistas invitados recurrieron a resaltar tres hechos importantes en un
intento por resaltar la personalidad del recordado prelado diocesano.
1) El primer hecho se
dio cuando las fuerzas represivas prohibieron la celebración de una misa porque
según las autoridades se planteaba como un acto de protesta y de denuncia en
contra del Gobierno. Mons. Maricevich no
aceptó la prohibición y se reafirmó en la celebración del acto religioso. La
tensión se acentuó a medida que se acercaba la hora. El escenario elegido fue
el local de la Parroquia María Auxiliadora de los padres salesianos. Policías y militares
acordonaron el templo y nadie podía pasar. La multitud se fue formando en
semicírculo detrás de los cordones de seguridad a unos 100 metros de distancia. El altar de la celebración
estaba frente al templo al aire libre. Cuando Mons. Maricevich se acercó,
también quisieron detenerlo. “Rejavymi hina che ray”, (Estás equivocado mi
hijo) le dijo al joven teniente, que quiso interrumpir su paso y siguió
adelante. Celebró la misa y su homilía
fue seguida atentamente por feligreses a
través de los equipos de altavoces.
2) Mons. Maricevich
ya había enfrentado al famoso Coronel Grau, en el recordado atropello a la
comunidad de Jejuí, que cuando entonces todavía pertenecía a la Diócesis de
Concepción (después San Pedro). Parte de los agricultores dispersados y
perseguidos, pasaron a instalarse en Cañada y Naranjaty, zona de Horqueta,
departamento de Concepción. Pastor
Coronel, Jefe de Investigación de la policía de la dictadura se propuso
intervenir las mencionadas comunidades.
Era entonces Comandante de la IV División de Infantería el General César
Machuca Vargas, hombre cercano a la iglesia católica. En una reunión con el
obispo y algunos de sus sacerdotes, el jefe militar mencionó que existían denuncias que
los sacerdotes de esta Diócesis realizaban actividades subversivas. Mons.
Maricevich, le contestó que esas
acusaciones se debe confirmar y desafió a que designe personas de su confianza para asistir a las
reuniones y que hagan seguimiento de las actividades que realiza la iglesia. El
Comandante aceptó el desafío y a través
de eso se convenció de que las denuncias eran falsas, tanto es así que cuando
se enteró que Pastor Coronel se desplazó
con sus personeros hacia la zona para una intervención, el General Machuca le
interceptó al frente de una dotación militar, diciéndole que esta era su
jurisdicción, que no había subversivo, y que si hubiere, el mismo procederá a
la detención. El siniestro personaje tuvo que retroceder.
3) Durante la visita
del Papa Juan Pablo Segundo, el gobierno eliminó a Concepción del programa de
actos. En vista de aquello los obispos del Paraguay, designaron a Mons.
Maricevich como orador principal del acto más importante de la visita papal, el
acto con los Constructores de la Sociedad. Enterado el gobierno de este hecho, decidió eliminar
del programa de visita, este acto. Ya en pleno vuelo del avión de la delegación
pontificia en el trayecto que unía Lima, Perú con Asunción, se le notificó al
Ceremonial del Estado paraguayo, que si se anulaba el acto mencionado, el avión
del Papa cambiaba su rumbo. El dictador tuvo que doblegarse y el Mons.
Maricevich, pronunció uno de los mensajes más importantes de la histórica
visita papal al Paraguay.
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