EL NECESARIO CONTROL CIUDADANO.
El sacudón ciudadano ocasionado por el cobarde y miserable
asesinato del periodista Pablo Medina y su asistente Antonia Maribel Almada ya
va perdiendo fuerza y después de algunos días ya no será la crónica diaria. Los
responsables materiales e intelectuales sindicados fueron ayudados a huir y a
esconderse por sus propios cómplices policiales y políticos. Van a ganar tiempo y
en ese interín buscarán amedrentar a la única testigo ocular del caso, la
hermana de Antonia, que se salvó guareciéndose en el asiento trasero del
vehículo. Después ya entrarán los
abogados, fiscales y jueces a minimizar las pruebas y conexiones que puedan
existir y no será extraño que en poco tiempo el señor ex intendente y sus
secuaces retornen a la escena política, como ha ocurrido en casos anteriores.
Por el momento seguirán algunos discursos altisonantes como “no permitiremos
que el país caiga en poder de la narcopolítica”, “todos los parlamentarios
vinculados al narcotráficos serán investigados por la fiscalía”, “los
tribunales de ética de todos los partidos políticos deberán impedir que los
acusados de narcotráficos u otros delitos, sean candidatos”, etc. etc. Para las
próximas elecciones municipales ya nadie se acordará de nada. Nada pasará porque
todo el sistema está infectado por la mafia.
Y no se trata solamente de los narcotraficantes. La lista sería interminable si intentáramos
confeccionarla. Narcoganaderos, rollotráficantes, la mafia del transporte, la
mafia de la tierra, la mafia del contrabando, la mafia de la evasión de
impuesto, la mafia de los medicamentos, la mafia de las universidades, los
sobrecostos de las licitaciones, el robo de los políticos y las groseras
desviaciones en todas las instituciones públicas. Todos se auto protegen, la
fiscalía no tiene fuerza, el poder judicial es maleable, la prensa es
amiga. Frente a toda esta realidad, la
única esperanza es el control ciudadano, que también está difuso y
debilitado. A pesar de ello, es
increíble confirmar que los pocos avances que hemos tenido le debemos a las
manifestaciones ciudadanas. Hoy acaban
de derogar la ley del desbloqueo de las listas sábanas, y no tienen nuestros
dirigentes políticos, ninguna intención de que otro proyecto pueda
prosperar. Es cierto, es posible que el
desbloqueo no sea la solución para evitar tener a corruptos en el parlamento o
en las juntas municipales y departamentales, pero era y es, una pequeña
posibilidad de incidir que teníamos los ciudadanos, una puertita abierta para
elegir y no simplemente votar. No hay
caso, nos cerraron la puerta otra vez. Los narcopolíticos y todos los
traficantes de influencias, seguirán teniendo vía libre, y los discursos de
que serán combatidos, cada vez sonarán más como una dolorosa hipocresía. Hay numerosas personas justas y honestas en
este país que tiene que rebelarse, que tiene que encontrarse para ganar fuerza
por encima de las disquisiciones y de las comodidades, porque todos estamos
llamados a esta gran batalla de la decencia y de la esperanza. El control
ciudadano es un derecho, pero también y fundamentalmente, es una obligación que
nos compromete a todos y a todas.
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