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MORIR EN LA PAVADA

MORIR EN LA PAVADA.

Este cuento utilizó el sacerdote en su homilía de este domingo. No citó ninguna fuente pero me pareció interesante como tema de reflexión y heme aquí intentando recordar los detalles del mismo. Un hombre que vivía cerca de una montaña había encontrado en la parte más alta de la misma un huevo. Este era más grande que el de la gallina, y más pequeño que el del avestruz. No podía serlo porque cómo harían la gallina y el avestruz para subirse hasta la cima, pensó. Lo trajo a su casa y como estaba empollando una pava lo puso en su nido. Nacieron las pavitas y entre ellas había una  que parecía más grande y con algunos rasgos y pelos diferentes. Mamá pava cuidaba de todas ellas. Las pavitas crecían comiendo lombrices y frutitas silvestres. Cuando ya estaban crecidos los pavos, el granjero se dio cuenta que aquel huevo que trajo de la montaña era el de un cóndor. Sin embargo este pavo- cóndor seguía comportándose como los otros pavos. Un día que éste vio pasar un cóndor verdadero que sobrevolaba el lugar le pareció que el también podía hacerlo, pero al compartir ese deseo se le rieron los demás. Tonto – le dijeron- los pavos tenemos alas pero no volamos. Se resignó y se mantuvo igual. Envejeció y murió de viejo porque ni siquiera servía para un pavo trufado. Era un cóndor que vivió y murió en la pavada.

Las reflexiones a partir de este breve cuento se abren para múltiples consideraciones. Muchos de nosotros acaso no nos comportamos como el pavo-cóndor al no descubrir quiénes somos, cuáles son nuestras potencialidades, saber que tenemos alas pero no nos animamos a intentar volar y terminamos reduciéndonos a uno más del montón, de la masa. A menudo no descubrimos y no valoramos nuestra dignidad de persona  y que estamos llamados a ser protagonistas de un destino relevante y de significación para  con los demás. No tenemos fuerza para luchar por lo que amamos y creemos, y nos resignamos tan fácilmente a ser engañados y manipulados, por otros que nos utilizan y nos hacen creer que no existen otras alternativas para la rutina de la vida.  A menudo no nos damos cuenta de que los medios de comunicación nos estandarizan imponiéndonos modelos que no entendemos y que nos vacían la vida de contenido arrebatándonos hasta la identidad. Por eso no nos educan para pensar. Los explotadores de poder político y económico nos quieren masa y persiguen a los que piensan. Necesitamos recuperar a la persona que hay en nosotros. Superar el miedo que nos impide volar. Romper con la estandarización que nos hace uno más del montón. Necesitamos descubrir y valorar nuestra condición de seres humanos capaces de luchar por nuestros derechos y reivindicar nuestra dignidad. Es lo único que puede salvarnos del peligro de vivir y de morir en la pavada.

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