EL GIRO A LA IZQUIERDA
El médico Tabaré Vásquez asumió ayer por segunda vez la
presidencia de la República Oriental del Uruguay. La banda presidencial le fue
entregada por el gran Pepe Mujica, ovacionado y vitoreado por una
extraordinaria multitud que participaba de la celebración de tan importante
acto. De esta manera el Partido Frente Amplio se mantiene en el poder con gran
aceptación del electorado de ese país. Actualmente de los diez países de
Sudamérica 8 tienen gobiernos de izquierda o centro izquierda, quedando
solamente para la derecha Paraguay y Colombia. Pero no solamente cuenta la
cantidad sino también la calidad y eficiencia de los gobiernos mencionados. En
una reciente publicación de la ACOP (Asociación de Comunicación Política de
España) entre los 10 presidentes mejor evaluados de todo el planeta, cinco
pertenecen a América del Sur: Encabeza el presidente ruso Putin con el 87% de
aceptación, segundo Rafael Correa del Ecuador con 79%, tercero Evo Morales con
75%, cuarto José Mujica con 65%, quinto Angela Merkel de Alemania con el 60%,
sexto Cristina Kirchner con 49%, séptimo Stephen Harper de Canadá con 48%,
octavo Mateo Rensi de Italia con 46%, noveno Michelle Bachelet de Chile con 46%
y el décimo Lueng Chun Ying de Hong Kong con 41%. Hay que destacar que todo este avance se fue
dando paulatinamente dentro de un proceso democrático inobjetable y sin
traumatismo socio-político importante.
Entre los dos países que todavía son manejados por la derecha, está
Colombia que tiene una presión revolucionaria interna de más de 50 años y
requirió apoyos importantes de los EE.UU. en esa larga batalla y Paraguay, que
tuvo una experiencia breve de gobierno de centro izquierda, sin profundización
por la falta de apoyo parlamentario y por la traición de dirigentes del Partido
Liberal Radical que dentro de la Alianza Democrática sirvió de base para
acceder al gobierno. ¿Qué han caracterizado en general a los gobiernos de
izquierda de nuestro sur continente? Batallas decisivas que se dieron en dos
frentes principalmente: En lo económico y en lo comunicacional. Además del
fortalecimiento de programas de salud, educación y seguro social. Habría que
agregar la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento institucional. El
Presidente Correa, recauda más por impuestos que por petróleo, Bolivia cambió
el statu de la producción petrolera y minería, Argentina aumentó los impuestos
a la soja y a la producción ganadera y en el campo comunicacional desarrolló
una gran batalla frente al poderoso grupo Clarín; Brasil logró un gran éxito
con su programa “Hambre Cero” y Chile consiguió finalmente establecer la
educación nacional gratuita. Hay mucha gente que no acepta ver esta realidad
objetivamente. Las campañas de ataque y desprestigio emprenden sectores
económicos dominantes que a su vez arrastran a miembros de grupos sociales
menos favorecidos, a menudo por
prejuicio ideológico o simplemente por ignorancia. Antes, el pretexto utilizado para la descalificación
era Cuba, cuyo Presidente ahora comparte la mesa con sus colegas sin objeción
alguna, y últimamente los ataques toman como centro a Venezuela, para
descalificar al socialismo del siglo XXI. Naturalmente, todas estas
afirmaciones requieren de más análisis y de más profundización. Pero en lo que
respecta a nuestro país hay una cuestión a dilucidar: ¿Podrán los partidos tradicionales producir los cambios políticos
necesarios, a través de movimientos internos y de nuevos liderazgos o seguirán
el camino de auto dispersión como ha ocurrido en otros países? Una buena
pregunta que se debería plantear sin prejuicios y sin fanatismo ciego, porque
en la respuesta puede estar comprendido el futuro político de nuestro país.
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