EL OTOÑO DE
LA VIDA.
Las
estaciones son partes de la vida. Es imposible no percibir esta asociación.
El clima y las condiciones del tiempo
influyen en cada paisaje de nuestra existencia, condicionando hasta las
emociones más pequeñas de nuestro trajinar diario. Sin lugar a dudas la
primavera es la reina de todas. Se la asocia a los sueños primeros, a los
valses y cantares, a las flores y al amor que explosionan en setiembre para los
que somos del hemisferio sur, y para los del norte, eclosionan los abriles. El
invierno se alarga con sus grisáceos cielos apresurando los pasos por la
neblina y el frío. El abrigo y el
cuidado se imponen porque las noches se alargan y las compañías se vuelven urgencias.
Se contrapone al invierno el verano de los tragos largos y de las trasnochadas
completas. En sus amaneceres el sol se concentra sobre las pieles curtidas y
empuja a la gente hacia playas y sombras. Pero cuando va pasando la vida, el
otoño se vuelve importante porque los recuerdos son más perdurables. ¿Será porque
la soledad se revuelca en las noches, o porque los sueños preteridos se
resisten a disiparse en cenizas? Es posible que en el otoño del alma ningún
fuego encendido se apague del todo y que aún siendo una llama pequeña, conserve en su lumbre, la
eterna redención de la vida. He aquí unos versos que intentan hablar de un
otoño bello y lejano.
REMEMBRANZA OTOÑAL
Llegó el
otoño
con la
belleza extraña
de sus días
grises,
y algún
dejo de tristeza
siento
recorrer por mis venas.
Es otoño
y me lleno
de nostalgias,
con un
montón
de
recuerdos
que me
aturden.
Tu imagen
se me
aparece difusa
en medio de
encontrados
sentimientos
de dolor y
de alegría.
Es otoño
y te
recuerdo.
Te siento
muy cerca
palpitando
en la lluvia.
Y como las
hojas
que navegan
en la ventisca,
tu recuerdo
en su
vaivén me atormenta.
Es otoño…
Y no sé si
esto es dolor o es miedo
o,
simplemente
la herida
de un sueño
que no ha
cicatrizado en el tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario