MI VIEJA BICICLETA. Es increíble como uno a veces siente una gran añoranza por hechos, actos u objetos por más pequeños que sean, en razón de que estos, en algún momento de la vida han tenido una significación especial o un valor determinado. Es lo que me pasó en estos días. Recordé a mi vieja bicicleta, tan noble y tan fuerte, con la que recorría raudamente mi ciudad de un extremo a otro sin ningún inconveniente y sin ningún contratiempo. Recuerdo que en aquellos tiempos casi todos nos conocíamos y aprovechábamos esos recorridos para el saludo y los encuentros. Después vinieron las motocicletas y los automóviles, y las bicicletas fueron quedando atrás, condenadas a los paseos cortos en algunas pocas plazas que todavía contaban con espacio para ello. Mis añoranzas afloraron en estos días, cuando atrapado en una fila interminable de vehículos, veía que en ese lento avance, el velocímetro no llegaba a cinco kilómetros por hora. Nuestra casa familiar está ubicada a la altura del