UN
TESTIMONIO DE FE.
El
lanzamiento de un libro escrito por el Vicario de la Diócesis de Concepción
Mons. Pablo Cáceres y el responsable de la Pastoral Social Diocesana
Benjamin Valiente, se ha vuelto un tema que interpela y sacude la conciencia de
la gente. El libro se titula: RELATOS QUE PARECEN CUENTOS y en el acto de su
presentación, en la Catedral
de Concepción, Mons. Pablo Cáceres, aclara que la obra no es de sociología, de
literatura, de crónica policial o un simple relato periodístico sino un testimonio
de fe. Es decir, se trata de su vivencia
como sacerdote y como creyente que a la
luz de la fe se siente inspirado por el Dios en el que cree, a testimoniar la
verdad de lo que vive, siente y comparte con sus hermanos que lloran y sufren
la muerte y la persecución de sus seres queridos, sin encontrar a qué aferrarse
o adónde acudir en busca de paz y de justicia. Es muy importante esta
aclaración. Con ella nos está diciendo que no le mueve ningún interés
particular sino su compromiso con la verdad. Y dice su verdad aún a riesgo de
su vida o - como lo dice el - a riesgo de un martirio no deseado ni merecido.
En el acto
de presentación, Mons. Pablo Cáceres, refiere que frente a el y otras personas
que le acompañaban, el Comandante de las Fuerzas Conjuntas, emplazadas en el
norte, para el combate al grupo terrorista, le manifestó: “Nos duele que
recibamos órdenes para defender a los sojeros y apuntar nuestras armas a
nuestros compatriotas campesinos. Nuestro deber es cuidar a la soberanía y
estamos apuntando a nuestros compatriotas”. Finalmente, el jefe militar le
comunicó a Mons. Cáceres que tiene información de que el y otros dos dirigentes
campesinos están amenazados de muerte por ser considerados guerrilleros. Mons.
Pablo Cáceres, siguió aclarando, que en el norte hay muchos mitos que hay que
desenmascarar.
Estos
testimonios, tanto del autor del libro como el del Comandante, como también los
relatados y recogidos en el libro, justifican y motivan la preocupación y el
sereno análisis de lo que ocurre en la parte norte del país. Un joven
secuestrado, sabotajes, nuevas desapariciones, muertes de miembros de la fuerza
de seguridad y de numerosos dirigentes campesinos, conforman el paisaje que
describe la prensa. ¿Qué es realmente lo que hay detrás de todo esto? ¿Ya es
muy poderosa la organización criminal del EPP? ¿Cuál es el papel de la mafia en
este contexto? ¿Hay una simbiosis entre los narcos y el grupo terrorista? ¿Por
qué no se avanza y no se logran los resultados? ¿O es que el clima de violencia
interesa a algún sector político, económico o mafioso y por eso se lo sigue
abonando? Hasta ahora nada se puede descartar. Por de pronto habría que evitar
las posturas radicales en base a pretextos simplistas, como ver en todo esto
una confrontación entre derecha e izquierda, o a la agricultura empresarial
versus pequeños productores. Lo que se requiere es el concurso de la sensatez y
de la honestidad, para que nadie atropelle a nadie, para que los diversos
sistemas productivos sean compatibles dentro del respeto que nos merecemos y
que la mafia no nos domine, para que
nunca se pueda confirmar la miserable coyuntura de que las armas que deben
defender nuestra soberanía terminen apuntando a nuestros propios compatriotas.
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