UN PAÍS
INHABITABLE.
La tragedia
de los compatriotas campesinos e indígenas es una vivencia de todos los días.
Cada vez les resulta más difícil
permanecer en sus asentamientos y comunidades, porque se les viene encima la
amenaza del desplazamiento y la expulsión propiciados por un nuevo modelo de
producción agro empresarial que no reconoce limitaciones de ninguna especie en
su expansión vertiginosa movido por el objetivo de las máximas ganancias a
cualquier precio. Esta expansión no se detiene ante nada: compran derecheras,
matan a dirigentes que se oponen, asaltan con sus guardias privadas poblaciones
campesinas e indígenas y envenenan el entorno con sus fumigaciones tóxicas. No
respetan los caminos vecinales, iglesias ni escuelas y no cumplen con las normas
ambientales de protección. Desplazan, ahogan, envenenan, discriminan y
expulsan. El caso reciente generado en la localidad campesina de Huber Duré, en
Curuguaty, con la muerte de dos niñas, una de ellas bebé de meses, la
internación en estado grave de otras dos y la afección de numerosos adultos,
promovió la reiterada denuncia de los grupos sociales de la intoxicación por
agrotóxicos en las proximidades de los sojales transgénicos. “Aún cuando la
autopsia- llamativamente – estará dentro
de un mes según los primeros informes, también – llamativamente – voceros de la
fiscalía ya preopinan indicando que todo remite a un cuadro de neumonía, como
alegaron los médicos que asistieron a las fallecidas que, pese a su gravedad, no fueron internadas y
volvieron a sus casas, al límite de los sojales para empeorar y morir” (Miguel
H. López, Agonía de los Sojales, Ultima Hora, 24 de julio, 2014). Al respecto
el médico José Luis Insfrán, según lo publicado en el mismo periódico, afirma
que un niño puede presentar problemas pulmonares y gastrointestinales por
aspiración de contaminantes y una neumonía puede ser una manifestación
posterior. Cualquiera sea la explicación que se pueda dar oficialmente del
caso, la situación es llamativa: 33 personas con los mismos síntomas, 18 de los
cuáles son niños. “El que envenena fumigando lo hace con el consentimiento y la
conveniencia de todas las autoridades ministeriales del ramo y un estado
ausente, corrompido por la renta sojera, la impunidad y las mafias
militarizadas” (www.ñanduti.com.py).
¿A dónde
irán estos compatriotas envenenados y expulsados? No pueden labrar su pequeña
finca, no hay fábricas que provean manos de obras, y los cinturones de pobreza
de los centros urbanos ya son insostenibles. Para ellos este país,
dolorosamente, se vuelve inhabitable.
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