REMAR
CONTRA CORRIENTE.
En un país
en el que cada vez más imperan la mentira, el facilismo y la hipocresía como
así también el clientelismo político, la incorrección y la prebenda,
naturalmente no es fácil remar contra la corriente. Sin embargo hay que reconocer
que esta descripción no siempre refleja toda la realidad, porque por debajo de
esta percepción negativa de los comportamientos, hay más personas honestas que
deshonestas, hay más virtudes que defectos, hay más luchadores que
entreguistas. Así y todo nunca es fácil remar contra la corriente. Recurrimos
en este punto a una reflexión muy oportuna del Padre Alfonso Milagro, que en su
libro “Cinco Minutos de Dios” nos señala nos señala al respecto cuando dice: “Se
necesita mayor fortaleza y dominio de sí mismo para ser bueno que para ser
malo. Hay que ser mucho más valiente para guardar fidelidad al deber que para
quebrantarlo; se precisa un esfuerzo más vigoroso y constante para remar contra
la corriente, que dejarse llevar río abajo” Más adelante sigue diciendo: “Si en
tu vida te dejas llevar por instintos e inclinaciones, por comodidades o
conveniencias, no podrás volar a gran altura; tu vida se convertirá en rastrera
de bajo vuelo, de muy limitada visión, de horizontes muy recortados”. La
reflexión concluye afirmando que “Es siempre más hermoso y provechoso aspirar a
las alturas oxigenadas que a las miasmas de los pantanos; se divisa siempre un
panorama más cultivador desde arriba que a ras de la tierra” Es bello y
motivador su pensamiento pero no es fácil. Se requiere de un valor cívico y de
una fortaleza moral para mantener una línea de conducta en el cumplimiento de
los deberes y de las obligaciones, incluso de los más elementales. Y esta
dificultad aumenta considerablemente cuando no se aprendió a valorar la vida o
no se nos enseñó a valorar el respeto hacia las demás personas y a asumir la
importancia de la honorabilidad. Vivimos en una sociedad donde se trastocan los
valores y a los honestos se les llama tontos y a los aprovechadores, personas
de éxitos. Y no es que en la sociedad no haya valores o no haya virtudes.
Abundan bellísimos testimonios de vida que inspiran y alientan pero a menudo se
mantienen en el silencio de los anonimatos. Lo que pasa es que se nos vende una
filosofía de vida que nos transmite exitismo barato por medio de la fantasía
publicitaria, para vaciarnos de los valores y hacernos presas fáciles del
consumismo, en el que no importan las personas como tales, sino apenas como potenciales compradores.
Por eso,
remar contra la corriente, debe significar para cada uno de nosotros, mezquinar
y defender nuestra identidad de persona. Reconocer que necesitamos
atrincherarnos y hacernos fuertes en la defensa de nuestra propia integridad
porque en la vida hay valores que no son negociables. Para tener éxito y
resistir, necesitamos tener la capacidad de remar contra la corriente y hay que
preparar y prepararse para eso.
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