QUE EL
HUMOR NO OFENDA.
Normalmente
la práctica del humor nos ayuda a reír de la vida, a desmontar las falsas
posturas de quienes se consideran por encima de los demás y a sentirnos más
humano. Es un arte muy difícil y escasean por ello los buenos humoristas. En
general los temas son inagotables y todos están al alcance de la creatividad de
la gente. El tema más frecuente como fuente del humor está referido a la
cuestión política. En ese sentido un conocido grupo humorístico dedicó un sketch
a un diputado nacional, que en algún momento alardeó de tener 7 títulos, pero
que finalmente no pudo demostrar, convirtiéndose en un motivo de burla general.
Amenazó con demandar al grupo, pero alguien le habría asesorado que con eso
empeorarían las cosas. El regionalismo también puede ser otra fuente. En una
publicación reciente en las redes sociales,
se dejó mal parados a los habitantes de una conocida ciudad de nuestro
país. El cuadro humorístico resultó bien logrado. El humor no resulta ofensivo en un
determinado grupo si se lo practica en un clima festivo, donde todos terminan
riéndose de sí mismos. Por ello hay que prestar atención al lugar, al momento y
a los participantes para evitar molestias o algún retruque fulminante, como
ocurrió en cierta ocasión, cuando en un corrillo de amigos se estaba contando
chistes sobre argentinos. En un momento dado, uno de los contertulios salió a
formular la siguiente pregunta: ¿Cómo se obtiene un uruguayo? Espero un momento
hasta que, como nadie respondió a la pregunta, proporcionó la respuesta. Hay
que mezclar – dijo – sangre charrúa con una pequeña porción de materia fecal,
pero ojo se debe tener mucho cuidado con la proporción, porque si sobrepasa la
cantidad, sale un argentino. Calmadas las risas, un joven argentino que estaba
en el grupo, pidió la palabra y relató lo siguiente: Una vez una persona que
había fallecido se fue junto a San Pedro, y le dijo, Señor, necesito ir al
baño, ¿dónde queda? Búsquese un lugar por allí detrás de las nubes, le
contestó. Lo hizo pero apenas se bajaba el pantalón escuchaba un cerrado
aplauso. Se levantó y cambió de lugar,
pero ocurrió la misma cosa. Entonces intrigado y desesperado vuelve junto a San
Pedro y le cuenta sus peripecias. Ah, dijo San Pedro, han de ser unos
paraguayos. ¿Paraguayos? ¿Qué pasa con los paraguayos? Inquirió y San Pedro le
contestó: En el Paraguay pues, todas las cagadas se aplaude. El retruque fue
duro y oportuno pero al final todos celebraron y nadie se ofendió. Los chistes políticos son bastantes comunes
dentro de los países de una determinada región y se prestan a las adaptaciones.
Reiteramos que normalmente los chistes no resultan ofensivos si tienen lugar
entre amigos, donde todos de alguna
manera conservan su derecho a réplicas o retruques. Pero es cosa distinta cuando
la burla discrimina y causa menosprecio a un determinado grupo étnico, como en
el caso de los indígenas. En ese sentido resultan desagradables los chistes que
se formulan ridiculizando a los caciques indígenas, por ser humillantes y discriminatorios.
Tienen una connotación de desprecio hacia la vida de nuestros pueblos
primigenios y van de contramano con la necesidad de valorar y rescatar la
bellísima cultura que atesoran.
Debemos convenir, finalmente, que el humor en su dimensión
artística, cultural y humana no debería ser discriminatorio ni ofensivo. En todo caso debería ayudarnos a celebrar el
ingenio y la creatividad de la gente creando un ambiente donde al final todos
terminamos riéndonos de nosotros mismos.
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