DEJARSE
GUIAR POR EL AMOR.
De las tres
facultades del ser humano: Inteligencia, voluntad y sentimiento, probablemente
la más olvidada sea el sentimiento. Desde una primera etapa de la vida se busca
desarrollar la inteligencia: El saber, el conocer, el aprender y el razonar se
ubican como prioridades en todo proceso de formación. Desde la infancia los
padres están pendientes de las primeras palabras aprendidas o de la comprensión
y reacción ante los estímulos inteligibles. Casi todo el sistema educativo apunta
a desarrollar el aprendizaje y el conocimiento. Se valora cada vez más la
simple memorización ya ni siquiera el razonamiento. Mejor alumno, mejor
egresado, puntaje total. La segunda facultad que inicia su desarrollo en el
proceso de formación es la voluntad. Especialmente en cuanto a disciplina. Es
puntual, asiste a clase, se levanta a hora, ejecuta los ejercicios físicos. Hay
un desarrollo físico, fortalece los músculos. Es claro, el sentimiento también
comienza temprano. El cuidado y las ternuras iniciales son incorporados como
partes del proceso del equilibrio y de la madurez emocional. Hasta aquí el
proceso es casi mecánico, es lo que se acostumbra, es lo que todos hacen. Lo
más probable es que no se tengan presentes los verdaderos objetivos de estas
tres facultades. El objetivo de la inteligencia es la verdad por lo tanto hay
que educar en la verdad, en la coherencia. La fidelidad a la verdad, la
búsqueda constante de la verdad debe ser principio básico de toda formación
humana. El objetivo de la voluntad es el bien. Hay que educar en los valores
como el respeto y la solidaridad. Siempre desear el bien del otro. Desarrollar
la capacidad del compartir. Finalmente el objetivo del sentimiento es el amor.
El que ama no puede desear el mal, no puede ser una mala persona. El que ama no
envidia, valora a los demás. Sin lugar a dudas esta es la facultad más olvidada
en el desarrollo de la personalidad. El sentimiento se desarrolla, se cultiva,
se embellece. Ayuda a descubrir la belleza de las cosas, a sintonizar con el
arte, a amar
por sobre
todas las cosas. Si nos dejamos guiar por el amor casi nunca nos
equivocaríamos. Debemos entender que lo que verdaderamente nos humaniza no es
la inteligencia ni la voluntad, es el sentimiento. Si la voluntad y la inteligencia
no nos ayudan a descubrir y a valorar el amor, sería difícil madurar una
equilibrada y altruista personalidad. He aquí algunas palabras con las que se
intenta resaltar el valor del sentimiento, utilizando este título y esta
expresión de San Agustín.
AMA Y HAZ
LO QUE QUIERAS.
Ama y haz
lo que quieras.
Sin dudas.
Sin miedo.
No importa
que no entiendas.
Ama.
A menudo
querrán confundirte
con lo
pequeño, mezquino o pasajero.
No te
detengas. Ama.
Ama lo
bello, ama la vida.
No busques
solo el goce de un instante
sino muchos
goces
que te
brinden la alegría que no acaba
porque se
nutren del fuego de tus sueños.
Ama y haz
lo que quieras.
Ama y serás
libre
sin que
nada te dañe.
Tu corazón
te guiará en la noche
y sabrá
apartar de ti
los
pequeños despojos
que hieran
tus entrañas.
Ama y haz
lo que quieras.
Así
entenderás la vida
y tendrás
siempre sonrisas en la mañana.
Y aunque
sufras en tu amor
nunca tu
dolor será desesperado.
Ama y haz
lo que quieras.
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