¿SEGUIREMOS
VOTANDO A BARRABÁS?
Todavía
resuenan los gritos de miles de personas que clamaban en la plaza por la
crucifixión del Nazareno. Poncio Pilato, el Gobernador Romano, estaba
convencido de la inocencia de Jesús, pero como buen político no se atrevía
contrariar al pueblo. Su gesto pasó a la historia como el simbolismo de la
cobardía y el acomodo de los malos políticos. Se lavó las manos en un intento
por liberarse de la responsabilidad por la muerte de un inocente. La mentira,
el disimulo, el ocultamiento de la información y la deshonestidad en el manejo
público, quedaron patentados. Al pueblo se le mantiene en la ignorancia, se le
manipula, se le engaña. Sigue siendo la misma multitud que gritaba en la plaza
hace dos mil años pidiendo la crucifixión del inocente. El grito se repetía
incesante: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Los sumos sacerdotes alentaban ese clamor
porque vieron en Jesús un peligroso rebelde que se atrevía hablar del verdadero
amor que debía reinar entre los hermanos.
Poncio
Pilato, aunque sabía de antemano el resultado, presentó junto a Jesús a
Barrabás, preguntando si a quién de los dos querían que libere. A Barrabás
volvió a gritar la multitud. Es la misma multitud de todos los tiempos, de
todos los lugares, que grita motivada por engaños de sus manipuladores. Una
multitud que no tenía conciencia de que junto al Nazareno sus miembros también
serán crucificados. Es la crucifixión que se repite en el tiempo. La
manipulación sigue vigente con muy pocos cambios. Se dispone de más medios y mayor
tecnología pero el resultado sigue siendo el mismo: seguimos votando a
Barrabás. En nuestro caso la manipulación está institucionalizada. Nadie puede
dedicarse a la política sino dispone de crecientes recursos. Se instaló la
profesión de los operadores políticos que solo operan bajo incentivos
económicos. Estos no guardan fidelidad a ninguna candidatura, si la oferta es
mejor se cambian de bando muy fácilmente. Todas las reuniones, hasta la de
algunos vecinos, representan gastos. Hay que aportar bebidas y alimentos y no
faltarán los que requieran de una ayuda especial.
Para mover
transportes y acceder a los medios de comunicación se necesita de muchos
recursos. La posición en las listas de candidatos se cotiza en dinero contante.
Se compra las candidaturas, que después se consagran con el sistema de las
listas sábanas. El estado paga miles de millones como subsidios con el pretexto
de establecer una suerte de igualdad de oportunidades. Un pago inútil porque no
hay control de los gastos de campaña ni se determinan las fuentes de
financiación. Los detentadores de poder pactan el control de todo el registro
electoral y se reparten los cargos. También pactan la vigencia de la impunidad.
Como hace dos mil años al pueblo se le sigue crucificando con el Nazareno. La
ciudadanía necesita de una gran sacudida de conciencia y participación para
intentar desmontar esta estructura de la mentira y la injusticia que oprime a
nuestro país. De lo contrario, lamentablemente, seguiremos votando a Barrabás.
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