EL ATAQUE
COMO DEFENSA.
En el
periodismo deportivo tiene acuñada la frase de que “la mejor defensa es el
ataque” haciendo entender que aunque la defensa flaquee un buen ataque con
resultados efectivos, puede compensar. En nuestra cultura popular también es
conocida esta frase con este texto: “Che atacá o ñedefendé hagua”, me ataca
para defenderse, pero en este caso se entiende que el que se defiende atacando
es porque no tiene argumentos para desmentir. Son casos en que probablemente no
puede defenderse de las acusaciones que pesan contra el y entonces se dedica única y exclusivamente en
descalificar y atacar a aquellos que le acusan. Esta manera de defenderse no es
bien considerada cuando alguna persona apela a este recurso, pero cuando todo
un cuerpo colegiado de una institución pública altamente calificada actúa de la
misma forma debe ser motivo de preocupación. Es lo que está ocurriendo con los
legisladores, especialmente con la
Cámara de Diputados. La gran mayoría de los diputados están
molestos porque algunos de sus colegas fueron investigados e imputados por el
Ministerio Público. Más allá de los fundamentos de las acusaciones, que si son
falsas, podrán ser desmentidas, reacciona corporativamente y ataca con todo
“como una indisimulada vendetta” (Diario ABC, 3 de abril de 2014) a todos los
fiscales de la Unidad
de Delitos Econónicos. Resolvieron pedir informes a 25 entidades públicas y
privadas de los bienes y manejos económicos de todos y cada uno de los miembros
de la mencionada unidad fiscal, que deberán ser respondidos en el perentorio
plazo de 10 días. Los argumentos esgrimidos fueron varios, siendo el principal
la supuesta persecución de los parlamentarios, por algunos fiscales, que actúan
así por figuretismo. Está bien, dijo otro, a nosotros nos cuestionan hasta por
los bocaditos que comemos. Es para la transparencia, dijo otro. Pero si es por
la transparencia, porque no se pide el informe de todos los fiscales, o de
todos los jueces o de todos los ministros, y en especial de todos los parlamentarios.
Ni siquiera en este pedido de informes se cuidaron de proteger la formalidad,
teniendo en cuenta que uno de los impulsores del proyecto, justamente es un
legislador imputado y desaforado.
Es
preocupante esta actitud corporativa porque el mensaje que transmite a la
ciudadanía es que el Parlamento debe ser intocable, que sus miembros tienen
prerrogativas de inmunes, que el anunciado combate a la corrupción es para otra
gente y no corre para los legisladores. El combate a la corrupción pasa por la
cultura y el comportamiento social, y requiere de un cambio fundamental de la
visión y la praxis políticas. La gestión del bien común es totalmente
irreconciliable con toda práctica de corrupción; malversando los bienes del
estado no podemos ir a ninguna parte. Combatir la corrupción debe ser una
decisión de toda la ciudadanía como un valor totalmente innegociable si es que
se quiere encaminar al país por el sendero de la dignidad y la prosperidad que
todos nos merecemos.
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