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LA OPCIÓN POR LA VIDA

LA OPCIÓN POR LA VIDA.

El 2 de abril pasado, miembros del autodenominado EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo) atacaron una vivienda de granjeros en Paso Tuya, distrito de Horqueta, Departamento de Concepción. Cuando fueron descubiertos por las fuerzas policiales y militares, huyeron del lugar, llevándose como rehén a un hijo de la familia, el joven Arlan Fick, de dieciséis años. Desde entonces se desconoce su paradero. Los padres, desesperados por salvar la vida del hijo, cumplieron con todas las exigencias de los  secuestradores sin que hasta el momento, se tenga noticia de su liberación. En esta tensa espera la ciudadanía clama y exige la libertad del joven - en realidad todavía un niño -con grandes manifestaciones en distintas partes del país. Sus compañeros de colegio de Paso Tuya (se lee tuyá, porque las palabras en guaraní son agudas, que significa “paso viejo, paso antiguo”), organizaron una marcha, pidiendo por su libertad. En Concepción, unas tres mil personas, marcharon por las calles de la ciudad, diciendo no a la violencia, pidiendo por la paz y por la libertad de Arlan. En Asunción, hicieron flamear banderas blancas por las calles, en adhesión a los familiares del joven secuestrado. Todos los medios de comunicación están pendientes de las informaciones sobre el caso. Hay manifestaciones de repudios en las redes sociales por este acto inhumano y criminal de atentar contra la vida y la libertad de las personas, más aún, cuando se trata de la vida de un niño, que nunca debería ser víctima propiciatoria de los actos criminales. Liberen a Arlan es el clamor de la gente. Es la manifestación por la defensa de la vida. Es la inclaudicable opción por la vida. Es oportuno reflexionar a partir de este doloroso caso, que la opción por la vida, debe ser una postura permanente; más allá de las circunstancias, más allá de las ideologías, más allá de las grandes coberturas de los medios de comunicación. Duele que se mantenga secuestrado y en riesgo de muerte al joven Arlan, pero debe dolernos también el secuestro reciente de dos niñas indígenas, o la muerte de los líderes campesinos, que la gran prensa desconoce. La sociedad debe optar por la justicia, por la libertad, por la dignidad, por la vida.  No de manera especial, sino siempre sin discriminación alguna.

Si discriminamos corremos el riesgo de justificar la muerte. No podemos oponernos al aborto en defensa de los niños por nacer, pero desentendernos de la muerte de los niños ya nacidos. El derecho a la vida es el fundamento de todos los derechos humanos. El triunfo de la razón debe llevarnos a defender la vida de una manera total y radical. La opción por la vida tiene que significar también desmontar la violencia estructural porque esa es la vía para erradicar los grupos criminales que intentan imponer sus imperios de muerte y de destrucción de los valores que sustentan los principios de la vida social y comunitaria. En este momento, la opción por la vida, tiene un nombre: Arlan Fick. Y el grito que se repite y se multiplica es: ¡Liberen a Arlan! ¡Liberen a Arlan! ¡Liberen a Arlan!

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