LA MUERTE DE UN ROBLE
La forma en que
acaeció la muerte de un gran luchador, me hizo pensar en un roble en medio
del bosque, erguido y enhiesto, elegante
y fuerte, que después de haber soportado todos los ventarrones, un día se
derrumba en medio de todo, desgajando en su caída las ramas de los árboles
contiguos hasta que finalmente reposa en el silencio sin que nada ya se inmute
a su alrededor. El compañero Marcos Ibáñez nos habló de este roble en su
posteo. Se llamaba Herminio Stumpfs, un luchador de toda la vida a favor de la
gente, por los derechos y la dignidad del pueblo trabajador. Fue víctima de la dictadura y del operativo
Cóndor. Fue apresado por la policía argentina el 23 de enero de 1971, y
trasladado a Asunción en febrero siguiente en un vuelo comercial. La tortura
que había sufrido a cargo de la gendarmería argentina continuó en Paraguay con
más ensañamiento. Le destinaron al Penal de Emboscada, de dónde finalmente
recuperó su libertad ocho años después. Este hombre que tanto luchó y amó a
su pueblo, falleció en estos días, en la Terminal de Omnibus de Asunción, sin
auxilios y sin asistencia médica de urgencia. Había sufrido un paro cardiaco, pero nadie le prestó atención ni
pidió auxilio para él, soportó nada menos que 12 horas sin asistencia médica en
medio de la multitud de gente que concurre a la Terminal. “Esta muerte debe ser
investigada, porque es totalmente incomprensible esta falta de auxilio” reclama
Marcos Ibáñez ¿Dónde estaban los
guardias? ¿Por qué la Terminal no contaría con un servicio de primeros auxilios
y cómo la gente seguía pasando al lado del caído sin interesarse por su estado
de salud y sin atinar a pedir ayuda? Nadie atinó a ayudarle pero sí le robaron
la cartera y los calzados. Le dejaron
morir sin humanidad ni solidaridad. Había venido al país para el entierro de un
hermano, y terminó también siendo enterrado en Caacupemí - Areguá ante la
multitud que le acompañó y lloró su muerte. Le describieron como un hombre que
amó profundamente a su pueblo. “Era uno de los imprescindibles” dijo de él
Sonia Aquino, citando a Bertolt Brecht. Aparte de todo el homenaje que se
merece este héroe civil de nuestro pueblo, nos queda la preocupación por las
condiciones en que se ha dado esta muerte. En la Terminal nadie le conocía,
pero era un ser humano. La multitud se transformó en un bosque silencioso,
indiferente. ¿Qué habrá pasado con la proverbial hospitalidad y generosidad de
nuestra gente? Al respecto, al mencionar el hecho, Violeta Cox, en su posteo
expresó lo siguiente: “Es triste ver la
degradación de valores en el perfil del paraguayo. No me imagino ver a un ser
humano tendido en el suelo sin que nadie sea capaz de interesarse de lo que le
sucede. Es más, le despojaron de sus pertenencias ante la mirada cómplice de
todo el mundo. Me da miedo la jungla de hienas en que se ha convertido el
paraguayo” ¿Qué o quienes nos han convertido en esta jungla de hienas? Estamos perdiendo el espíritu de
solidaridad y projimidad. En cuanto a los valores humanos estamos viajando
hacia la nada. La urgencia de sobrevivir vuelve a imponernos el “cada uno para
sí” y Dios ya no aparece. Ya nada ni siquiera es inmoral, es amoral. Y lo peor
es que nuestra conciencia está adormecida. El roble ha muerto, y la forma en
que falleció, nos dejó la preocupación de que tenemos que recuperar o de no
perder el perfil de solidaridad que siempre identificó a nuestro pueblo.
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