LA OPORTUNIDAD DE LOS
CONSEJOS.
No hay dudas de que
el hogar sigue constituyendo un ambiente especial para la formación de los
hijos a pesar de todas las complicaciones modernas representadas por las
innovaciones tecnológicas que entran a competir seriamente con las influencias
de las familias como así también con las influencias de las escuelas y
colegios. La clave principal sigue siendo el diálogo entre padres e hijos y
eso a pesar de que en nuestra sociedad no es común dialogar y nunca resulta fácil
aceptar las opiniones de los demás. Es
necesario que los padres tomen muy en serio la previsión de oportunidades para
el diálogo con sus hijos, para ello
deben tomarse un tiempo para establecer relaciones con ellos. Compartir
pensamientos y sentimientos, hacen que los hijos vean a sus padres más humanos
y accesibles. Los padres deben estar muy
atentos respecto a las preocupaciones de sus hijos, sin minimizarlos,
escuchando y contestando sus preguntas. Pero es importante señalar que debe
refrenar el instinto de dar consejos o a criticar sus conductas de inmediato.
Desde que tuvieron uso de razón, las críticas y los consejos de sus padres y de
sus mayores o maestros forman partes de
sus vidas por lo que se genera en ellos una actitud de rechazo hacia los
mismos. Se ponen en guardia de inmediato, pierden normalmente la serenidad y
tienen dificultades para entender las razones. Solamente se puede desarmar esta actitud con el diálogo. Los jóvenes
tienen necesidad de hablar y está demostrado a través de las encuestas e
investigaciones pedagógicas que las familias más unidas son las que otorgan a
los chicos una fortaleza interior ante los conflictos de la vida, tienen
mayores defensas personales para negarse a consumir drogas, o tener relaciones
sexuales prematuras o de tipos traumatizantes y tienen mejores actitudes o
habilidades para tener amigos y ser solidarios. A menudo los padres se
olvidan de la importancia que tiene el compartir momentos o las actividades con los hijos;
ellos conservan por mucho tiempo los recuerdos de sus juegos y paseos con sus
padres. En nuestros días los padres deben enfrentarse al desafío de la
tecnología para decidir en qué momento los hijos deben tener acceso a los
celulares y a las computadoras y adquirir la capacidad de acompañarles en sus
experiencias programáticas. No es tarea fácil para los padres porque en la nueva
tecnología los niños y jóvenes están mucho más adelantados en el manejo de los
nuevos códigos. Además conspira contra
el diálogo, los nuevos hábitos, que los tiene a cada uno ensimismado en la
pantalla de sus celulares. Los padres están llamados a aprender con los hijos y
de los hijos, con toda la paciencia y el respeto que ellos se merecen, pero no
por ello deben caer en el descontrol y la permisividad. Los padres siempre deben apoyarse mutuamente
frente a los hijos para evitar ser manipulados por ellos. No se les debe subestimar, son muy inteligentes. Toda la familia
aprende y mejora en un clima de diálogo. Lo que no se debe olvidar es la
importancia de compartir con los hijos y que, cualquiera sea la situación, los
padres deben transmitir esperanza. Quizá esto sea lo más difícil, ser una
persona honesta y de esperanza, y cuesta mucho engañar a los hijos. Para los jóvenes y adolescentes siempre
será una necesidad tener fe y esperanza para enfrentar las borrascas de la
vida. Si los padres no inspiramos este sentimiento, estaremos defraudando a
nuestros hijos en su proyección hacia ese futuro que ellos tendrán que
construir.
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