EL CIMIENTO DE LA
CORRUPCIÓN
El nuestro es un país
rico pero cada vez más empobrecido. Las necesidades en materia de salud,
educación, vivienda y hasta de alimentación básica son cada vez más urgentes y
eso, a pesar de aumentar vertiginosamente la deuda interna y externa. Y no es que no existan fuentes de recursos
sino por el contrario los recursos han aumentado considerablemente en los
últimos tiempos, pero no abastecen y no van a abastecer, por una sencilla y
contundente causal: La vigencia de un sistema corrupto que se ha prolongado
demasiado en el tiempo y desgraciadamente ya está muy fortalecido. ¿Por qué
es tan difícil desmontar este sistema? Porque de alguna manera todos navegamos en
el mismo cauce. La corrupción está
cimentada en la misma clase política y hasta este momento no existen
indicadores de que se pretende realmente cambiar, o que se tenga verdaderamente
poder para cambiar. Siempre aparecen de tanto en tanto, algunas promesas de
cambio, pero nunca han pasado de ser promesas. Aparecieron algunos signos
alentadores en los últimos tiempos pero el sistema sigue teniendo forma de
controlar y hasta de aplacar los buenos intentos. Por eso, se necesita sacudir a la misma clase política dominante que
hasta ahora impide que tan siquiera se inicie un proceso de cambio contra la
corrupción. Los signos de la sustentación política de la corrupción
aparecen por doquier. Uno de los más
actuales es la impunidad con que operan municipios y gobernaciones en la
malversación de los recursos provenientes de
los royalties y del FONACIDE. Varios millones de dólares desperdiciados.
Cientos de municipios en falta, apenas siete u ocho imputados, ninguno
condenado hasta ahora. ¿Quiénes les protegen? La clase política, la estructura
política corrupta. ¿A través de qué? Y del control del mismo Poder Judicial. El
Ministerio Público está muy debilitado y sometido a la clase política. Los
agentes fiscales son amenazados y amedrentados por los dirigentes políticos de
los partidos que controlan el poder político. Si nos los puede apartar, los
amenazan con el garrote del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados totalmente
controlado por la dirigencia política.
La misma Corte Suprema de Justicia, no está en condiciones de ofrecer amparo
institucional al Ministerio Público. Sus integrantes fueron designados por el
cuoteo político y actualmente tres de sus miembros están en proceso de
enjuiciamiento, sin plazo y sin tiempo, pendientes de decisiones políticas
partidarias. En este momento se habla de depurar del planillerismo a las
instituciones del Estado. ¿Hasta dónde se podrá avanzar? Además para cambiar el sistema corrupto reinante, también hay que
atacar los sobrecostos de todas las compras y contrataciones. ¿Hay voluntad
política para eso? ¿Hay capacidad política para ello? La Ley de la
transparencia de la administración pública ayuda a la denuncia de los hechos de
corrupción, pero es posible que la indignación ciudadana no sea suficiente para
acabar con el sistema judicial corrupto que tenemos en el país. Se necesitará de una lucha política de
mucho coraje cívico que no sabemos de dónde provendrá, pero sí tenemos la
esperanza de su aparición. Este país así como está ya es totalmente inviable.
Esperemos que los corruptos y las agrupaciones que los representan, sufran el
voto castigo de la ciudadanía, porque eso, por ahora, es la única esperanza que tenemos para
cambiar el destino de nuestro país.
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