DEBATES CON MEDIAS VERDADES
Se llevó a cabo el único debate entre los candidatos con más
posibilidades de ser electos presidente de la República del Paraguay en las
próximas elecciones del 22 de abril próximo.
Los principales analistas políticos señalaron que, en general el debate
careció de profundidad, que el formato que sirvió de marco al debate no
favoreció a los candidatos para desarrollar adecuadamente sus propuestas. Otros
los calificó de aburrido y anodino. Cuando se planteó la cuestión de resultado
del debate, la mayoría de los analistas coincidieron en señalar que ninguno de
los dos ha sobresalido, aunque algunos consideraron que tuvo una mejor
presentación el candidato de la Alianza Ganar Dr. Efraín Alegre. El oficialismo
que auspicia la candidatura de Mario Abdo Benítez destacó también el buen
desempeño del representante de la Asociación Nacional Republicana. Hay que
destacar también la buena actuación del panel de periodistas con muy buena
contextualización de los temas propuestos para el debate. Una primera impresión
es que ambos candidatos no estuvieron preparados para presentar sus propuestas
en el tiempo que les fuera asignado a pesar de haber tenido de antemano
conocimiento de las preguntas respectivas. Ambos presentaron sus propuestas de
gobierno, pero se vieron con dificultades para fundamentar el cómo y con qué
recursos presupuestarios se deberá contar para el financiamiento. Hubo
coincidencia en cuanto a la necesidad de cambio en el sistema judicial pero con muy
pocas ideas respecto a las acciones y los procedimientos a seguir. Cuando se
tocó el tema de la educación y de la salud, ambos coincidieron en elevar la
inversión tanto para la educación como para la salud pública, pero mientras
Efraín Alegre hablaba de aumentar los impuestos al tabaco Abdo Benítez planteó
la colocación de bono soberano. Ambos
también coincidieron en la necesidad de la Reforma Constitucional y en la
afirmación de que si se estableciera la reelección ninguno de los dos candidatos será beneficiario. En cuanto a las posibles
modificaciones de la Carta Magna concordaron en que deberán tener por objetivo
principal el mejoramiento del sistema judicial que actualmente opera bajo
influencia política partidaria y por lo tanto se constituye en el principal
sustento de la corrupción. Pero hay que reconocer que los candidatos saben y
todos sabemos que la corrupción domina la escena de la vida política nacional.
¿Habrá fuerza y voluntad política para combatir la corrupción y la impunidad?
¿Habrá fuerza política necesaria para modificar el sistema tributario nacional?
¿Cómo se va lograr una justicia imparcial libre de la influencia política
partidaria? ¿Cómo se hará la reforma agraria y el apoyo a la agricultura familiar campesina? La resistencia al cambio está afuera y por encima de la clase
política. Los patrones de la mafia se han instalado y fortalecido en el país. Por
eso no hay entusiasmo en el pueblo. Ya es insoportable para el país la política
del “pocaré” de la mano torcida hacia los bolsillos. Es un problema tener una clase política tan
desprestigiada, dividida y dominada. En estas condiciones los candidatos solo
pueden hablar de medias verdades o de mentiras. Hay que recuperar la honradez y
el patriotismo. Hay que retornar a la ética política. Por eso debemos tener
esperanza en el interés y la participación política de todos los sectores de la
sociedad. Señores no tenemos otra salida. El destino de esta nación solamente
podrá ser reivindicado por un gran consenso de toda la ciudadanía, de hombres y
mujeres, dispuestos a instalar un nuevo hito que diga basta a la corrupción y sí
a la honestidad y al patriotismo. Nuestro país tiene gloria e historia y se
merece el gran cambio de la honra y de la distinción. Pero no basta el
merecimiento. Hay que unir todas las fuerzas y trabajar por ese objetivo.
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