AMARGA CAÑA
DULCE.
La
incautación de 160 toneladas de azúcar en estos días removió el avispero en una
doble dirección: La producción, distribución y venta de azúcar en el país, por
una parte y por la otra, la puesta del dedo en la llaga respecto a la relativa
facilidad con que se opera para la introducción de importantes cargamentos sin
ningún control aduanero.
Según la
denuncia del Ministerio de Industria y Comercio más del 70% de azúcar que se
consume en el país, proviene del contrabando. El Ministro Gustavo Leite,
mencionó que el mercado paraguayo de azúcar es de más o menos 140 mil
toneladas, y que en el 2013, entraron de contrabando entre 90 y 100 mil
toneladas.”Esto genera un dinero que debería estar en manos de los cañeros y
está en manos de los bandidos. Tiene que ser una causa nacional frenar el
contrabando de azúcar” afirmó el Ministro (Ultima Hora, 16 de enero 2014). Se
sabía que este volumen de contrabando no podía ser obra de los paseros de
frontera. Que el volumen con que se operaba tenía que tener necesariamente
implicadas a grandes empresas y la connivencia de altos funcionarios
responsables del control correspondiente. La incautación de 160 toneladas de
azúcar, introducidas probablemente por Pedro Juan Caballero o Saltos del
Guairá, reembolsadas con la marca de la Azucarera Iturbe ,
actualmente parada, con dificultades desde hace años y que adeuda alrededor de
10.000 millones de guaraníes a los cañicultores por materia prima entregada,
deja muy poco margen para descartar que se trata de un acto de contrabando.
En cuanto a
la producción en sí misma, hay una dejadez histórica en esta materia, que para
superar se debe encarar con dedicación y eficiencia, sin trampas ni contrabando
planes especiales de promoción a nivel nacional. Nuestra caña dulce rinde entre
40 y 55 toneladas por hectárea, mientras que en el Brasil se llega a 80 y 100
toneladas. En rendimiento industrial, nuestro país, alcanza entre 55 y 60 litros por toneladas y
el Brasil llega hasta 90
litros , debido a la mayor inversión en tecnología. En
cuanto al apoyo a esta producción industrial, el gobierno se propone obligar a
las estaciones de servicios a contar con expendedores de etanol y que los
vehículos que en adelante adquiera el estado sean Flex de fábrica, que utiliza
el combustible derivado de la caña de azúcar.
Finalmente,
volviendo al punto de partida, hay que señalar que hasta ahora ha fracasado el
combate al contrabando. Se ha perseguido a gente humilde que sobrevive con el
contrabando hormiga, pero los verdaderos contrabandistas siguen impunes. Hay
sospechas de que los funcionarios aduaneros responden a ciertos líderes
políticos. Hay sospecha también de que los propios ingenios azucareros podrían
estar involucrados en la introducción ilegal del producto que después
distribuyen con sus marcas.
De
cualquier manera, la caña dulce, deja patente el sabor amargo de una realidad que hiere y daña
al país y condena a la pobreza a miles de cañicultores compatriotas.
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