EL CONTRASTE Y LA
UTOPÍA
Viernes 13. El mundo
se escandaliza y horroriza. No era para menos la ciudad de París, la ciudad
Luz, la orgullosa y romántica capital francesa es presa de terror y de muerte.
El silencio se apoderó de sus calles. “Queden en sus casas” recomendaba una y
otra vez el Presidente de los franceses. Más de 150 muertos y centenares de
heridos. Se declara la emergencia nacional y cierre de fronteras. Se movilizan
fuerzas militares y policiales. Terroristas suicidas atacaron a mansalva locales
de espectáculos y centros nocturnos. Hasta la misma torre Eiffel apagó sus
luces. El mundo se solidariza. Hay ruegos y oraciones por París. Terrible fue
el viernes 13 para Francia. Al correr de las horas los ecos se van apagando
para dar lugar a las reflexiones y análisis de coyuntura.
Las primeras preguntas se refieren al sistema de seguridad que ha sido
vulnerado, justamente en víspera de una conferencia mundial sobre el clima. En
segundo lugar comienza a relacionarse el atentado con la situación que se vive
en Siria, Libia e Irak ante la amenaza cada vez más creciente de las fuerzas
islámicas y la internacionalización del conflicto que ha generado un oleaje
impresionante de desplazados y refugiados hacia los países europeos.
Naturalmente se ponen en guardia los países intervinientes: EE.UU. Inglaterra, Rusia,
Israel, Irán, Turquía, Siria e Irak.
¿Cuándo terminarán estos conflictos? ¿Se
puede pensar en la posibilidad cierta de vivir en paz? ¿Llegará alguna vez el
tiempo en que las Naciones Unidas tengan la fuerza y la capacidad para
suplantar los conflictos por el diálogo, las negociaciones bajo el imperio de
la justicia y la racionalidad? Son preguntas que el mundo se plantea en base a
la utopía de la racionalidad humana. Estos atentados jamás podrán tener
justificaciones humanas ni religiosas, afirma el Papa Francisco, al condenar el
reciente atentado parisino.
La utopía de
la paz y la racionalidad entra en conflicto con la realidad de la historia
humana. Desde siempre ha predominado una relación entre los grupos humanos,
luego devenido en países, basada en la fuerza, los grandes intereses y la lucha
por la dominación. Hechos recientes dejan al descubierto el predominio de
intereses por el control del petróleo por ejemplo.
El ex Primer Ministro de Gran Bretaña, reconoce públicamente que Irak
nunca contó con bases de armas nucleares, pretexto que fue utilizado para la
invasión y la destrucción de ese país con la muerte de medio millón de
personas. Antes, Irak fue potenciado por Estados Unidos para la guerra
contra Irán. El líder de Al Qaeda, fue capacitado por los norteamericanos para
combatir a Rusia en Afganistán
. O sea
que de acuerdo a los intereses se crean los monstruos que después se vuelven
incontrolables. La pregunta que surge entonces es ¿de dónde salen las fuerzas
del Estado Islámico? ¿Quiénes les capacitan, quiénes les arman? Debemos
concluir entonces que el mundo se crea sus propios monstruos. Arde París pero
pronto resucitará de su silencio. Mientras tanto el juego de los grandes
intereses nos indica claramente que la paz no será posible. Es una dura
realidad que contrasta y golpea el sueño de una paz duradera. Y sin embargo, y
a pesar de todo, el mundo y los seres
humanos necesitamos mantener como una
condición imprescindible de nuestra esencial racionalidad, la utopía de la paz.
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