LOS SOÑADORES
ANÓNIMOS.
Todos los seres
humanos tienen la capacidad de soñar pero no todos pueden sostener esos sueños.
Es decir que esos sueños o ideales se constituyan en la razón principal de la
vida. Debemos reconocer que normalmente la gente, atosigada por tantos
pesimismos, tiende a no creer en la
existencia de personas que luchan por ideales verdaderamente altruistas y sin
embargo existen muchos más soñadores en el mundo de lo que estaríamos
dispuestos a aceptar. Algunos incluso son reconocidos, pero muchos otros se
mantienen en el anonimato y en el silencio. Son los soñadores anónimos de la
vida. Esta reflexión está inspirada en la vida y en el testimonio de la Hermana
Regina Sian de la Congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad. Obra de Don Orione, que hace 40 años introdujo a nuestro país el
Programa Alcohólicos Anónimos. Tomamos como fuente principal de este comentario
la entrevista realizada a la misma, por la periodista Natalia Ferreira Barbosa,
publicada en la Revista Vida, Edición N°897, del Diario Última Hora, el día
sábado 25 de julio de 2015. La
inmensidad de su obra es incuantificable. Su primera gran batalla fue insistir
y hacer reconocer que el alcoholismo es una enfermedad. Que el alcohol es una
“Sustancia psicoactiva con propiedades causantes de dependencia. Su consumo
nocivo conlleva una pesada carga social
y económica para las sociedades” según advertencia de la propia
Organización Mundial de la Salud. Reconoce que a la mayoría de los
alcohólicos le cuesta aceptar el problema. Le cuesta porque el núcleo familiar
ataca o quiere dar consejos, o se les hiere y se los humilla, y con eso no se
cura – dice la Hermana Regina – ya que el alcohólico tiene que aprender un
proyecto de vida que le enseñamos en los grupos. Ya no se trata solamente del
alcohol sino también de las drogas. Las madres, desesperadas piden socorro,
porque no saben qué puede hacer con sus
hijos adictos. Los casos son numerosos y
de ahí que las llamadas son incesantes, todo el día, incluso en las noches y en
las madrugadas. La Hermana Regina, y sus colaboradores, atienden siempre
solícitas y con mucha paz esas llamadas, derivando los casos a los grupos más
cercanos. Actualmente existen en funcionamiento más de 60 comunidades en los
distintos puntos del país. Cuando se le preguntó qué es lo más difícil para
comenzar, responde que en el grupo se maneja el tiempo. Se les pregunta si cuando comienzan a beber pueden detenerse. Como dicen
que no, se les pide el esfuerzo de evitar el primer trago solo por hoy. Es solo
por hoy, se les repite varias veces. La Hermana Regina, está enferma pero
animada. Nació en Formosa, Argentina y tiene 83 años. Admite que su fuerza está
basada en Dios. “El único que tiene poder es Jesús, yo no. Él hace las cosas y
yo figuro” dice riéndose. Reconoce que durante su vida aprendió a conocer a las
personas, aprendió a leer sus corazones, porque cada uno tiene una historia
personal. Es bellísimo y reconfortante
el testimonio de vida de la Hermana Regina. Es una gracia especial contar con
personas como ella. Hay que admitir que
afortunadamente también existen otras personas que trabajan y luchan en el
silencio y en el anonimato. Son las que sostienen y dan sentido a la belleza y
a la grandeza de esta, todavía, esperanzadora humanidad.
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