LOS CENTROS
ESTUDIANTILES
La cultura de la
dominación y de la domesticación es en gran parte resultado de un sistema
educativo que se nos ha impuesto durante la dictadura con el beneplácito, apoyo
y financiamiento del gobierno estadounidense en la década del 60. Coincidió con
la creación de los Centros Regionales, la eliminación de asignaturas como
Lógica y Educación Cívica y Moral y la sustitución de los centros estudiantiles
por clubes. Con eso desapareció el debate, la organización estudiantil y la
dinámica de la formación de liderazgos juveniles. Este
enajenamiento de la mentalidad estudiantil de alguna manera sigue tan vigente
hasta nuestros días y aparentemente no existen muchos esfuerzos ni condiciones
para revertir este proceso. Aparte
de arrastrar un grave déficit de estructura edilicia y de recursos pedagógicos
elementales y la baja inversión presupuestaria todavía sigue también pendiente
la cuestión fundamental de definir qué tipo y qué clase de educación necesita el país. La tendencia
más visible sigue siendo una educación acrítica donde la orientación está
centrada preferentemente en la formación profesional. El lema sería “formar a
los jóvenes para el trabajo” una línea que alienta el empresariado que apuesta
todo a la formación de manos de obra y la inserción laboral. Esto no
estaría de más si formara parte de una visión más amplia de los verdaderos
fines de la educación, que sigue siendo el gran debate pendiente. No solamente necesitamos profesionales para
el trabajo, también necesitamos ciudadanos. Es decir, una educación que ayude a
combatir las diferencias sociales y que ayude a construir una sociedad más
justa y equitativa. Una educación que ayude a modificar una deprimente visión
economicista, que promueve la despersonalización y la estandarización, buscando
convertir a los jóvenes en simples consumidores compulsivos. Resistir e intentar cambiar este estado de
cosas requiere de la rebeldía, autonomía y liderazgos de los jóvenes. Para eso
necesitan saber y entender que nadie les regalará nada, que tienen que
organizarse y luchar por sus ideales y objetivos. En ese sentido, son muy
alentadoras las “sentatas” que están realizando estudiantes de varios colegios
exigiendo una educación gratuita y de calidad en la educación pública.
Igualmente alienta la iniciativa de la FENAES (Federación Nacional de
Estudiantes Secundarios) de promover una ley que permita, garantice y promueva de nuevo la formación de
los centros estudiantiles. La ley no corrió por el momento, pero no deben
abandonar la propuesta de organizar los centros estudiantiles. El Ministerio de
Educación no lo prohíbe y aunque lo prohíba, deben seguir adelante,
fortaleciendo la propia federación con la organización en todos los centros
educativos. Debemos pedir a los jóvenes
que no se desalienten y que se mantengan firmes. ¿Se les perseguirá? Sí, es casi
seguro. También falta recuperar la
rebeldía de los estudiantes universitarios. En fecha reciente a los estudiantes de Filosofía se les prohibió
reunirse sin autorización previa. No hubo expresiones de solidaridad de los
otros estamentos estudiantiles. Hay un
proyecto de totalitarismo que amenaza la vigencia de las libertades, en base a
la prebenda y a la corrupción, que debemos combatir desde todos los estamentos
ciudadanos. Necesitamos cambiar esa orientación nefasta y en ese afán serán
decisivos más que nunca el despertar, la
organización y el liderazgo de los jóvenes estudiantes de este país.
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