DIVERSIDAD Y DIÁLOGO
Debemos reconocer que
es altísimo el nivel de intolerancia y discriminación que subsiste en nuestra
sociedad. Discriminamos, descalificamos y marginamos a los demás con tanta
ligereza y facilidad. Este hecho nos divide, nos incomunica y nos lleva a
construir trincheras reales o imaginarias donde nos parapetamos para atacar o
marginar a los demás. Nos cuesta aceptar y comprender al otro diferente. Y sin
embargo la diversidad existe y es inevitable y como lo dijo el Papa Francisco:
“La diversidad no solo es buena, es
necesaria. La uniformidad nos anula y nos hace autómatas. La riqueza de la vida
está en la diversidad” Existen diferentes tipos de diversidad entre las
personas y una de la más importante es la diversidad cultural, considerada
parte del patrimonio común de la humanidad y muchos estados y organizaciones
luchan a favor de ella mediante la preservación de las culturas existentes y la
promoción del diálogo intercultural. Cuando conviven varias culturas diferentes
en un mismo territorio se habla de multiculturalidad. Recodemos que según la UNESCO, existen 7000 lenguas en el mundo, y el
50% están en vías de extinción. Además de la diversidad cultural tenemos la
diversidad racial, la socioeconómica, la sexual, y la de las creencias religiosas,
entre otras. La no aceptación y
comprensión del otro diferente es un problema cultural que se acentúa cada vez
más y desciende incluso al nivel que se da entre personas de una misma creencia
religiosa o de un mismo grupo político. Dificulta el diálogo y nos divide
cada vez más. Por eso nos importa hablar de la calidad y las condiciones que
debe reunir el verdadero diálogo. Muchas veces los diálogos personales en vez
de generar entendimientos terminan en discusiones ofensivas que causan más daños
y separan mucho más. Eso ocurre porque
no se cumple un presupuesto mínimo que requiere el diálogo que es el interés,
la buena predisposición de escuchar y realizar un esfuerzo sincero por entender
el punto de vista del otro en la búsqueda común de la verdad y del
entendimiento. En cuanto al diálogo
social podemos decir que es un entorno comunicativo y deliberativo libre en que
los “actores” sociales puedan conocerse, confiar mutuamente, acostumbrarse a
compartir información y consultarse. Cuando
es el Estado es el que abandone su estatus de superioridad sobre las
organizaciones de la sociedad civil para comportarse como un actor social más
con el fin de negociar y alcanzar un consenso. En este caso se habla de pacto
social o concertación social. Se habla de diálogo político cuando son los
dirigentes de partidos políticos los que intervienen en un intento por
encontrar una solución y establecer un acuerdo con el objetivo de mejorar la
situación a nivel municipal, departamental o nacional. El diálogo también puede
darse entre el gobierno y los partidos políticos. Es en este punto, donde el Papa Francisco condiciona para que sea un
verdadero diálogo que las partes actúen desde su propia identidad y que el
objetivo sea el bien común, porque de lo contrario es pérdida de tiempo, o
lo que es peor, se convierte en chantaje político, en que cada parte exige y
condiciona su posición a objetivos particulares del grupo, sin hacer referencia
propiamente al interés general. Debemos
convenir en este punto en la necesidad de un gran diálogo nacional, de una
verdadera concertación nacional, para enfrentar de una buena vez y todos juntos
la generalizada corrupción e impunidad, que inexorablemente conducen al abismo
a nuestro país.
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