EL DÍA DESPUÉS DE LA
VISITA PAPAL.
Todavía no se apagaron los ecos del fervor y el entusiasmo,
generados por la visita de Mons. Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, pero la
ciudad y el país recobran su ritmo de avatares. Tráfico caótico, lluvias y lodazales. Los actos de inseguridad no
dieron tregua durante la visita. Dos policías acribillados en el norte, asalto
y robo en el local de los Franciscanos Capuchinos. Indígenas frente al INDI
(Instituto Nacional del Indígenas) chapoteando en el charco sin comida y sin
medicina. Diputados que renuevan sillones con un sobre costo de más de 300
millones. Huelgas y protestas por despidos y descontrataciones y la campaña política electoral que recobra
toda su intensidad con muchos candidatos con dudosos antecedentes que aspiran a
la elección y a la reelección. Ha vuelto la vivencia cotidiana. Todavía
algunos medios recuerdan los actos y los pormenores de la reciente visita. Se
siente que pesa un poco en el ambiente que todo fue demasiado programado entre
la Jerarquía Eclesiástica y el gobierno para que todo sea muy ordenado. Que todo tenga un tinte diplomático. El
gobierno manejó la Agenda y eso se notó ya en el discurso de bienvenida. En el acto del León Condou, que era con
la sociedad civil, no estaban representados los sindicatos pero sí el gobierno,
con un Ministro con una pregunta que no fue contestada. Molestó la
representante campesina que dejó de lado el libreto que se le había preparado
para hablar de la realidad campesina. Hablaron dos representantes indígenas, a
uno de ellos no se le tradujo. Mientras que en Caacupe, al final se pidió
por la beatificación de Chiquitunga y que el Santuario sea declarado basilica.
En Ñuguasú, se materializó la discriminación de ciudadanos de primera y de
segunda. Para los políticos y funcionarios las sillas y la cercanía, para el
resto el lodazal. En la costanera el mensaje de los jóvenes leyó un obispo y
fueron presentados dos testimonios de casos particulares. No se llegó a
proyectar toda la problemática de la juventud paraguaya. Mientras que los
familiares de las víctimas del Ycuá Bolaños, hasta ahora no entienden lo que ha
ocurrido. Tenían tanta esperanza de contar con su presencia. Sigue quedando como balance positivo el fervor de la gente y la
constancia del afecto y testimonio de vida del Papa Francisco. Hay que sumar también
como puntos altamente positivos la magnífica obra del artista Koki Ruiz, la
valoración y difusión del idioma guaraní y la calidad de todos los actos
artísticos desde la llegada hasta la despedida. Además el de haber logrado
proyectar una buena imagen del país en la consideración internacional. Quedan
pendientes para reflexionar temas referentes a lo que se hará o se intentará
hacer para combatir la corrupción, para que la economía tenga rostro humano o
para que la política no se deje dominar
por el narcotráfico y la especulación financiera. También cabe preguntarnos qué hará la Iglesia para mantener el fervor de la
feligresía y avanzar en el testimonio de fidelidad al mensaje del Papa en el
compromiso hacia los más pobres y desposeídos: los marginados de los barrios
ribereños y periféricos, los campesinos y los indígenas. En nuestro país tiene
vigencia la economía que sacrifica a las personas por la ganancia sin límite,
que esclaviza y descarta, que efectiviza todo un sistema que terminará
convirtiéndose en una dictadura. Estar en contra de este sistema es fidelidad
al Evangelio. Este es el mensaje central
que vino a traernos el Papa Francisco.
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