SUICIDIO ELECTORAL
Los dirigentes políticos de nuestro país a través del
subsidio electoral nos pueden conducir a un verdadero suicidio económico
presupuestario. Si no se tiene
suficiente dinero ya nadie puede aspirar
a ninguna candidatura y mucho menos a ser elegido para un cargo electoral. Esto
ya es una plutocracia. Se desvirtúa totalmente el sistema democrático. Los
méritos genuinos de liderazgos auténticos ya no son méritos suficientes para
ganar una elección. Los dirigentes
partidarios reclaman cada vez más dinero para campañas electorales. En realidad
ya no son los partidos políticos los que ganan o pierden una elección. Los que
ganan o pierden son los operadores políticos, verdaderos empresarios de la
política. Ellos no tienen ideologías. No rigen para ellos los códigos de ética
política ni los verdaderos objetivos del bien común. Por eso no se respeta el
Código Electoral y las campañas comienzan mucho antes del tiempo establecido y
nadie castiga las infracciones. Mienten
cuando afirman que rechazan la narco política, porque no van a rechazar el
dinero sucio que aporta por más sucio que sea con tal de asegurarse la chance
de una elección. Por ello se resisten al control de los gastos partidarios a
nivel de las internas porque en esa etapa se negocian los cargos o lugares en
las nóminas de posibilidades. Los políticos quieren volver a modificar la Ley
de Financiamiento Político sancionada en el 2012, en una actitud de total
incoherencia, porque reclaman recursos que no condicen con las posibilidades
reales del país. Mucha gente pasa hambre, no hay dinero para salud y para la
atención de servicios básicos fundamentales, pero ellos quieren más dinero.
¿Cuánto dinero más? Esta es una carrera sin tiempo y sin límite y un barril sin
fondo en detrimento del erario público. ¿Porque la ciudadanía debe financiar
sus aventuras electorales? Desvirtúan totalmente la finalidad del subsidio al
que se asigna tres objetivos: 1. Fortalecimiento de las instituciones (En este
caso las organizaciones internas de partidos y/o movimientos), 2. Garantizar
voto libre e igualitario y 3. Garantizar la igualdad de oportunidades en el
acceso en los cargos de representación pública. Cualquiera sea el monto del
subsidio que soporte el estado, no se podrá garantizar el voto libre e igualitario
ni la igualdad de oportunidades, porque al final sin control alguno, lo que
decidirán la elección son los recursos provenientes de los aportes privados,
por más sucio que sea su origen. La Unión Europea insta a evitar que los
“representantes electos sean delincuentes”. Cómo se podrá evitar eso si no se
puede asegurar la transparencia del manejo de la administración de las campañas
electorales. Este es un juego peligroso, porque ningún recurso será suficiente,
si se trata de una competencia de quién paga más en los procesos electorales.
¿Cuál será entonces la verdadera motivación de nuestros políticos en esta
coyuntura?: ¿Servir al país? ¿Ganar prestigio? ¿O hacer negocio con la
política? Y hacer negocio con la política puede significar tráfico de
influencia y corrupción, porque de lo contrario no se podría recuperar el
elevado costo de la inversión para la obtención de los cargos. En un intento
por justificar esta conducta totalmente irresponsable, todavía dirán que se
ataca a la clase política para desprestigiarla. En realidad la clase política
que tenemos se auto descalifica a si misma al perder el control en sus
apetencias electorales sin importarle que el país se encamine – debido a ello -
hacia el borde de un colapso presupuestario.
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