NADA QUE
FESTEJAR.
Varias
organizaciones sindicales convocan para mañana una gran concentración con el
fin de protestar, denunciar y reivindicar sus derechos conculcados. Mañana es
primero de mayo, Día del Trabajador, pero los trabajadores manifiestan que no
hay nada que celebrar. De los que tienen
empleos en el sector privado más de la mitad, 54% trabajan en la ilegalidad y
carecen de seguro social, lo que también puede significar que no perciben el
salario mínimo correspondiente. Además
aumenta cada vez más la cifra de los trabajadores informales o cuenta
propistas, pequeños vendedores, limpia vidrios, cuidacoches y otras varias
actividades que se ven obligados a desarrollar en condiciones muy desfavorables
para sobrevivir. La informalidad
representa casi el cincuenta por ciento
de toda la fuerza laboral del país. Por eso últimamente los reclamos y las
reivindicaciones han cambiado de contenido. Ya no se trata solamente del
reclamo de un sindicato o de un grupo de sindicatos que plantean mejoras
salariales, que si bien pueden estar justificadas por la pérdida acumulada del
poder adquisitivo, se necesita también tener
una mirada de conjunto, de la situación
general del país. Se debe pensar en lo que pasa con los trabajadores
informales, con los desocupados y con los pequeños agricultores con cada
aumento salarial, por el inmediato encarecimiento de todos los artículos de
primera necesidad y el aumento del costo de vida. Esto no significa que se debe
renunciar a la demanda de aumentos salariales, pero será necesario que no se
pierda de vista la falta de una política de empleo, una política social que
atienda la realidad de la pobreza y la pobreza extrema. Mientras más de 700.000 compatriotas pasan
hambre y la situación se agudiza cada vez más en el campo, las reivindicaciones
necesariamente tienen que apuntar al mejoramiento de todo el país. Nada que festejar y mucho que reclamar. Hay
que tomar conciencia de la necesidad de que las cuestiones sociales se
conviertan en cuestiones políticas. La política del estado debe estar enfocada en
atender las necesidades de la gente y eso no se podrá lograr sin asegurar una participación
activa de los sectores sociales. Por algo la chilena Camila Vallejo, expresó
recientemente en el Foro de Emancipación e Igualdad de Buenos Aires que la
“mera conflictividad social sin disputa política no tiene sentido. Hay que
generar movimientos que se planteen la disputa del poder” Las fuerzas
retardatarias y dominantes tienen una gran capacidad de debilitar y dividir a
las organizaciones sindicales. Hay nada menos que cinco centrales y varios
sub-movimientos internos. La lucha no es por unos pocos guaraníes más. La lucha
es por el país. Si eso no se entiende, o se sigue en la incapacidad de
concertar los esfuerzos en las luchas por las reivindicaciones, seguiremos por
mucho tiempo, sin tener nada que festejar.
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