PROCESOS
¿QUÉ PROCESOS?
El país
tiene muchas dificultades. Tiene un montón de obstáculos que impiden su desarrollo socioeconómico y político y la
justicia social todavía es una meta lejana. Los entendidos hablan de la
necesidad de un proceso. ¿Pero qué proceso? ¿Cómo se da ese proceso? ¿Cuáles
son sus presupuestos básicos? ¿El país avanza, se estanca o retrocede?
Veamos
algunas consideraciones:
-El
Paraguay debe priorizar su fortalecimiento político consolidando la democracia
y ahondar en la integración regional. Sus áreas claves son: política, economía
y energía.
-Altos
índices de corrupción impone innumerables condicionamientos y obstáculos al
establecimiento de un esquema de desarrollo equilibrado y de inserción
internacional basada en la cooperación y la integración regional y la
participación ciudadana en la formulación de las políticas públicas.
-Paraguay
carece de una continuidad de políticas y reducción de incertidumbre. Los
dirigentes carecen de una visión de largo plazo que exige pensar en un modelo
país.
- El papel
que la sociedad civil desempeña está lejos de ocupar un lugar primario en este
proceso dada la falta de una institucionalidad adecuada para canalizar sus
demandas.
(Paraguay
de cara al futuro. Publicación de Sociedad Global, Universidad Abierta
Interamericana).
Estos cuatro puntos describen bastante bien nuestra situación: Necesidad de consolidación de la democracia, altos índices de corrupción que imponen obstáculos, baja o casi ninguna participación ciudadana en la formulación de las políticas públicas, carencia de una visión a largo plazo que exige pensar en un modelo país y la falta de institucionalidad. Carecemos de una continuidad de políticas y reducción de incertidumbre. En la realidad seguimos en la incertidumbre. Tenemos una síntesis del diagnóstico, pero ¿cuáles son los pasos para superar nuestras dificultades?
Estos cuatro puntos describen bastante bien nuestra situación: Necesidad de consolidación de la democracia, altos índices de corrupción que imponen obstáculos, baja o casi ninguna participación ciudadana en la formulación de las políticas públicas, carencia de una visión a largo plazo que exige pensar en un modelo país y la falta de institucionalidad. Carecemos de una continuidad de políticas y reducción de incertidumbre. En la realidad seguimos en la incertidumbre. Tenemos una síntesis del diagnóstico, pero ¿cuáles son los pasos para superar nuestras dificultades?
Rescatamos
del archivo un documento a la opinión pública de PODEMOS, Promoción y Defensa
de los Derechos Humanos, publicado en marzo de 1990, que decía: “Cuidado con el cansancio de los
buenos, porque la esperanza se está agotando y el pueblo quiere signos
elocuentes de que se trabaja para la elaboración de propuestas viables que
solucionen su triste cotidianeidad” Y
agrega: “El clima de temor que se está construyendo en estos momentos
tiene referencia al deterioro creciente de nuestro poder judicial, en el cuál
ya casi nadie está creyendo, pues los casos de impunidad son cada día más
evidentes. Los alarmantes casos que se dan son pruebas dolorosas de que en
nuestro país se premia a los malhechores y se castiga a los humildes y a los
pobres que luchan por una situación más justa. Otro clima de temor consiste en
la explosión gradual de los problemas sociales, que en vez de recibir
respuestas reales como se ha prometido, son reprimidos no solamente con el
castigo físico sino además con la quema de ranchos y otras acciones que
vulneran los derechos de los hombres” Es doloroso comprobar que este manifiesto
25 años después sigue teniendo tanta actualidad. No hemos avanzado casi en
nada, y lo más probable es que en temas como la corrupción y la falta de
institucionalidad la situación haya empeorado. La ciudadanía no tiene
participación en la formulación de las políticas públicas y la justicia social
sigue difusa y lejana. Entonces ¿dónde está ese proceso? ¿Quiénes o quiénes lo
formulan y orientan? ¿Por qué los buenos no se han cansado y reclaman su
espacio de participación? Sería una gran pena y una gran irresponsabilidad que
dentro de 25 años volvamos a formularnos los mismos interrogantes. Este país no
se merece tamaña claudicación.
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