LOS ROSTROS
DE LA CORRUPCIÓN.
La
corrupción sigue estando muy presente en nuestra sociedad. Cambia de
procedimientos, cambia de rostros, pero sigue aferrada a su objetivo de la
recaudación ilegal y el enriquecimiento ilícito. Aparte de ilegal y sucia, a la
corrupción no le importa si se lesiona y humilla a las personas, si los
recursos que obtiene dejan a los hospitales sin medicamentos, a los niños sin escuelas, o si se les roba el
techo a miles de familias.
En estos
días, una nueva denuncia sacude al Parlamento. Un diputado del Segundo
Departamento, pide que se investigue a su colega diputada que proviene de la misma jurisdicción, por cobro ilegal.
Según la denuncia, la disputada en cuestión estaría percibiendo el 20 por ciento
de los haberes de unos 35 funcionarios del Poder Judicial de San Estanislao,
que accedieron a sus cargos por recomendación de la legisladora. Fueron
advertidos del atraso en sus aportes a través de mensajes de WhatsApp. No
serían los únicos treinta y cinco funcionarios. Serían mucho más. (Ultima Hora,
20 de agosto 2014 página 3). Decíamos que este hecho sacude al Parlamento, pero
no por el escándalo, sino porque se revela un procedimiento que estarían
también utilizando otros parlamentarios. Varios de ellos tienen una oficina abierta
en las capitales departamentales, donde cada fin de mes, acuden en fila los
funcionarios que accedieron a sus cargos por recomendación de cada uno de estos
parlamentarios, probablemente, a
depositar sus aportes porcentuales. Son las sucursales departamentales del
Parlamento, abiertas con el pretexto de atender las demandas de sus electores.
Al parecer también cumplen una función recaudadora.
Ya se
publicaron otros casos de otros parlamentarios que procedían al cobro de los
haberes de funcionarios a su cargo, a través de sus tarjetas de débitos,
quedándose con parte de sus salarios. Debemos aclarar que esta práctica no es
exclusiva de los parlamentarios. Es una práctica bastante generalizada. Los
corruptos protegen a otros corruptos.
Hay
denuncias, pero no se castiga a nadie. Mientras no se procese y no se castigue
a los corruptos estos seguirán disfrutando de sus bienes mal habidos y la
sociedad seguirá mirando desencantada la impunidad imperante.
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