LECCIONES
DE VIDA.
La vida es
una lección constante y cotidiana. Los días están hechos de experiencias,
pequeñas e inadvertidas, o dolorosamente marcadas. Todo va ocupando un espacio
en el suceder del tiempo. Las emociones van nutriendo nuestro caudal de afecto
que después se transformarán en alegría, tristeza o melancolía. Aprendemos a
forjar imágenes y a diseñar los primeros sueños y la mente comienza a ordenar
nuestra manera de pensar. Las personas que nos rodean nos ayudan a perfilar
nuestra concepción de vida y comenzamos a hurgar en la búsqueda de las primeras
certezas en el intento por construir el pensamiento. En ese afán vamos asimilando las ideas y
sentencias que poco a poco van modelando nuestra conducta de vida. Todavía
recuerdo algunos pensamientos de juventud, como éste: “Haced las cosas pequeñas
como si fueran grandes, que así las grandes podréis hacer como pequeñas” o este
otro: “Trata de vivir como piensas porque de lo contrario terminarás pensando
como vive”
La vida es
un aprendizaje permanente. En este punto considero valioso consignar, lo que
afirmara Shirley Fuoco, en “Las cosas que aprendí de la vida”, que se publicó
en la sección de: “El Alquimista de las Palabras” de la Revista “Vida” del Diario
Ultima Hora, página 50, del sábado 10 de mayo de 2014:
Dice: “He
aquí algunas de las cosas que aprendí en la vida:
“Que por
muy buena que sea una persona, te herirá de vez en cuando y tú tendrás que
perdonarla por eso”
“Que
construir confianza lleva años, y destruirla, apenas unos segundos”
“Aprendí
que no tenemos por qué cambiar de amigos si comprendemos que los amigos
cambian”
“Que, o
bien controlas tus actos o ellos te controlarán a ti”
“Que la
paciencia requiere de mucha práctica”
“Que hay
personas que nos quieren, pero que simplemente no saben como demostrarlo”
“Que nunca
se debe decir a un niño que los sueños son tonterías: sería una tragedia si
llegase a creerlo”
“Que no
siempre es suficiente con que alguien te perdone. La mayoría de las veces
tendrás que perdonarte también a ti mismo”
“Que no
importa en cuántos pedazos te hayan partido el corazón; el mundo no para, y
espera que tú lo arregles”.
Cada uno
puede ir sumando las lecciones aprendidas de la vida. Lo único que se necesita
es proponernos conservar aunque sea los pequeños espacios de reflexión que nos
permitan encontrarnos con nosotros mismos. La vida es una lección constante que
nunca terminaremos de aprender.
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