Es doloroso
comprobar la falta de una visión y convicción de nuestros políticos y de gran
parte de la ciudadanía con relación a la gran importancia que tiene la
institucionalidad como un factor decisivo para el verdadero desarrollo de
nuestro país. Si las instituciones
públicas y privadas no se fortalecen no importará realmente cuánto recauda el
estado ni en qué porcentaje crece el producto interno bruto, porque en estas
condiciones no se podrá superar el atraso. A este respecto, Rolando Niella, en su columna
de “Opinión: ¿Porqué es tan difícil gobernar al Paraguay?” cita al historiador
inglés Niall Ferguson, de quién dice haber afirmado que “el motivo y epicentro
del desarrollo no es principalmente político o económico, sino esencialmente
institucional". “La tesis básica del mencionado historiador es que los
países donde las instituciones públicas o privadas son eficaces, prosperan y en
cambio se hunden aquellos donde las instituciones no funcionan” (Diario ABC
color, domingo 25 de mayo de 2014). No se puede crecer y el país se vuelve
ingobernable. Los partidos políticos tradicionales no pueden superar las crisis
internas por haber subalternizado y desnaturalizado su rol principal de ser
canales de gestión del bien común de la nación, para convertirse en simple
maquinaria electoral en base al sistema prebendario, que en vez de fortalecer,
socava los ideales y principios de la democracia. En el partido de gobierno,
detrás de la disputa con el Poder Ejecutivo, por la exigencia de más accesos a puestos directivos o de más cargos para los dirigentes de bases, pareciera ser
que el tema de fondo está referido al manejo de la corrupción. Aparentemente
hay dudas, no con relación a la capacidad, sino de la probidad y coherencia, es
decir de hasta qué punto se podrá superar la práctica del clientelismo y servir
al país bajo el nuevo paradigma del servicio público con honestidad y
eficiencia, que es urgente y absolutamente necesario implantar en el país. El
partido Liberal Radical Auténtico – a su vez - intenta recuperar su identidad
de representación popular, pero sufre del anclaje en la corrupción de sus
principales dirigentes que impide una auténtica autocrítica y debilita su
institucionalidad como agrupación política. Mientras que los partidos
minoritarios sufren del atomicismo y la incapacidad de concertación, que les
resta fuerza para aportar seriamente a la institucionalidad de la república. No
tenemos un poder judicial que garantice la justicia, ni un parlamento que represente y legisle
conforme a los verdaderos intereses de la población en general. Nuestras
fuerzas de seguridad no controlan la delincuencia, las autoridades aduaneras no
combaten suficientemente al contrabando. Nuestras universidades se están
volviendo boliches, y nuestra prensa, en general, no está comprometida con la verdad y con la
gente. Conseguir más recursos económicos para el estado no nos ofrece una
garantía para salir del atraso. El país no logrará avanzar en su desarrollo si carecemos de
institucionalidad. Para lo máximo que servirá en esas condiciones la obtención
de más recursos será para engrosar un fondo que siga siendo una fuente
denigrante de corrupción y despilfarro.
MORIR EN LA PAVADA. Este cuento utilizó el sacerdote en su homilía de este domingo. No citó ninguna fuente pero me pareció interesante como tema de reflexión y heme aquí intentando recordar los detalles del mismo. Un hombre que vivía cerca de una montaña había encontrado en la parte más alta de la misma un huevo. Este era más grande que el de la gallina, y más pequeño que el del avestruz. No podía serlo porque cómo harían la gallina y el avestruz para subirse hasta la cima, pensó. Lo trajo a su casa y como estaba empollando una pava lo puso en su nido. Nacieron las pavitas y entre ellas había una que parecía más grande y con algunos rasgos y pelos diferentes. Mamá pava cuidaba de todas ellas. Las pavitas crecían comiendo lombrices y frutitas silvestres. Cuando ya estaban crecidos los pavos, el granjero se dio cuenta que aquel huevo que trajo de la montaña era el de un cóndor. Sin embargo este pavo- cóndor seguía comportándose como los otros pavos. Un día que éste vio pasar un cón
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