A LA MADRE PATRIA.
Celebraciones
cercanas con un día de por medio y con parecidos sentimientos. A la madre y a
la patria se exalta con las máximas
expresiones de afecto y de ternura, y también se las recuerda con el dolor del
olvido y de las ingratitudes. Al Paraguay profundo lo seguimos sufriendo por
las injusticias que no acaban y por el manoseo constante de los caudillejos de
turno. Y cuántas madres campesinas o indígenas o de los barrios marginales
pasan días sin conseguir el pan para sus hijos. Para esta síntesis de
sentimientos que nos inspiran la madre y la patria, recurrimos esta vez, en
esta intención de homenaje, a este gran poeta paraguayo que es Julio Correa.
Nació en Asunción el 30 de agosto de 1890 y murió en Luque el 14 de julio de
1953. He aquí algunos comentarios sobre este autor. “La conciencia, el fuero
interno del escritor, siempre está latente en sus versos, así sean ellos de
inclinación amorosa o social. De ninguna manera ambiguo, el poeta logra
alcanzar con cada poesía, un acto de coherencia” (ABC Digital) “Un espíritu
común aúna sus composiciones en las que se encuentran con frecuencia la
expresión de una sensibilidad delicada y una rebeldía viril frente a las
injusticias de la sociedad y de la vida” (Portal Guaraní, edición de su obra
completa, de Miguel Ángel Fernández). La poesía de Julio Correa que
transcribimos a continuación lleva por título “Madre”, pero no hay duda de que
se refiere a la madre patria, tanto es así que también se conoce a este poema
con el título de “Patria”. Es fuerte y duro, con fuertes aguijones, denunciando
con toda la rebeldía el manoseo miserable a la que se viene sometiendo a esta
nuestra madre, a esta nuestra madre patria. Dice así:
MADRE
Tu destino
es un caos,
abierto
como un foso
y hacen
faltas más muertos
que lo
colmen de gloria.
Como una
prostituta,
de mano en
mano pasas
sin
encontrarte nunca con el macho
que te haga
parir la libertad.
Sensuales y
sucios y egoístas,
te asaltan
en la noche,
y maculan
tu cuerpo de madre,
en un
ludibrio baboso de una angurria
de lombriz
solitaria.
No
desesperes, madre,
aún tienes
miles de hijos
cuyos
rostros se tiñen de vergüenza
y están
vibrando en cóleras terribles
que algún
día han de hacerse puñaladas.
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