¿IDEOLOGÍAS POLÍTICAS?
¿Están en debate las ideologías
políticas partidarias en esta coyuntura electoral? No se percibe para nada.
Quizás algunos analistas avezados nos puedan ayudar a detectar en el actual
proselitismo electoral, posturas y argumentos que nos remitan a algo que se
parezca a una confrontación política. Se insinúan algunos debates en el modelo económico
imperante pero en lo que respecta a los
partidos tradicionales, ampliamente mayoritarios en el país, no se ve en ese
sentido, ningún planteamiento concreto. Ambos partidos políticos son neoliberales
capitalistas. En sus estatutos hablan de
promover el bienestar del pueblo sobre la base de la igualdad, la justicia y la
soberanía popular. Pero en la práctica
la pobreza sigue siendo una constante, la desigualdad es cada vez más creciente,
los derechos fundamentales en materia de la salud, de la vivienda y la
educación siguen cada vez más
deteriorados. Predominan la desocupación
y la subocupación, los campesinos son desalojados de sus tierras, se desatiende
la agricultura familiar campesina y se privilegia la agricultura empresarial
que solo aporta una tributación mínima. Los liberales, por su parte, proponen que un afiliado a ese partido sea
candidato de toda la oposición para la presidencia de la República. Los
colorados insisten a su vez en defender los principios del coloradismo. ¿A
cuáles principios se refieren? El último que intentó dar algún contenido social
al Partido Liberal Radical Auténtico, fue Domingo Laíno, mientras que en el
Partido Colorado, sometido y usurpado
por la larga dictadura, los principios éticos fueron sostenidos por los pocos
dirigentes que volvieron del exilio, pero pronto éstos también fueron cooptados
por la estructura partidaria nacional. El último colorado principista conocido,
fue Waldino Ramón Lovera, quién luego de
ejercer dignamente la Presidencia del Congreso, promovió su candidatura a la
Presidencia del Partido y terminó con el 5% del electorado. ¿En qué se diferencia un
liberal de un colorado? En nada, solamente en el color del pañuelo. Estos dos
partidos sin ética y sin ideología, se
han convertido en máquinas de ganar elecciones. Mantienen alguna diferencia a
nivel dirigencial, pero en las bases, en los municipios, en las gobernaciones y
en el Parlamento, son cómplices de la corrupción imperante y en la impunidad
vigente. Simulan atacarse, pero en la práctica conforman una coalición
perversa que impide que el país avance en su organización administrativa, en el
mejoramiento de su sistema electoral, en el fortalecimiento del sistema
judicial, en la disminución de los niveles de corrupción, en el combate al
contrabando y la evasión fiscal, y en
especial en el fortalecimiento de la capacidad para combatir el
narcotráfico y la delincuencia nacional e internacional que operan en el país. Es
cierto que en el sistema que determina
nuestra Constitución Nacional, los partidos políticos son necesarios para la
vigencia de la democracia. Pero por ello
mismo, es sumamente preocupante que estos dos partidos se hayan estancados y
degradados, que no sean capaces de generar cambios internos, que no se
preocupen de la formación de sus líderes jóvenes, que detengan y obstruyan el
avance del país debido a una corrupción generalizada. Se percibe algunos
signos de cambio en las organizaciones sociales y en los nuevos partidos que
intentan ocupar un tercer espacio, pero están
divididos en mil pedazos y carecen de la mínima capacidad de
concertación. ¿Cómo se va a formar una nueva ciudadanía?
Difícil. Tenemos un sistema educativo muy pobre, medios de comunicación que
deseducan, iglesias que omiten la
educación cívica y universidades que no forman ciudadanos. Pero no debemos
desesperarnos, cada pueblo construye su propio proceso. Quizás tardemos un poco más pero no podemos
dudar de que, una nueva generación de paraguayos, muy pronto nos abrirá el
camino hacia la nueva emancipación nacional.
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