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EL DELITO DE SER CAMPESINO.

EL DELITO DE SER CAMPESINO


Hoy se cumple 4 años de la masacre  Marina Cué en Curuguaty y el juicio abierto a 11 campesinos por la muerte de 6 policías está llegando a su fin en Primera Instancia. Desde ayer los fiscales están presentando sus alegatos finales. Están cambiando la calificación de tentativa de homicidio, por el de homicidio doloso de dos de los acusados seguramente porque querrán la condena a pena máxima.  De esta manera va concluyendo la primera etapa de esta parodia de juicio. Nunca se investigó la muerte de 11 campesinos, varios de ellos ajusticiados cuando fueron encontrados o alcanzados por sus perseguidores. Ninguno fue auxiliado a pesar de los dramáticos pedidos de auxilio. No se pudo demostrar nunca que los campesinos emboscaron a la policía. Los campesinos nunca tuvieron poder de fuego para protagonizar la tremenda balacera. Algunas viejas escopetas presentadas como prueba no fueron suficientes. Tres grupos de policías tenían cercados a los campesinos y de algunos de esos grupos provinieron las balas que mataron por igual a policías y campesinos. El médico forense Floriano Irala que inspeccionó los cadáveres de los policías afirmó que todos ellos fallecieron por heridas de balas de grueso calibre. No se hicieron las autopsias, se perdieron las placas radiográficas tomadas a los cadáveres. Se opusieron a la exhumación de los cadáveres para comprobar el tipo de proyectil que causó la muerte de los policías.  Todo estuvo dirigido para inculpar a los campesinos.  Jamás podrán aceptar la posibilidad de que los policías fueron muertos por sus propios camaradas. Eso sería dejar al descubierto el montaje de la operación con fines políticos.  El resultado hasta ahora era lo proyectado.  Interrumpir a un gobierno que no obedecía los intereses del sistema e impedir toda remota posibilidad de un nuevo mandato.  El juicio es apenas una pantalla legal para intentar disimular los ribetes y el alcance de un régimen político  y económico reinante.  El Paraguay tiene su tierra enajenada. Además de la ocupación brasileña ya están presentes varias empresas tras-nacionales. Tenemos un estado que no defiende su territorio y su soberanía y por lo tanto incumple lo que establece su Carta Magna. También este estado incumple la Constitución Nacional porque no protege la vida y el derecho de sus ciudadanos más vulnerables. Solo protege a un dos por ciento de la población que asume y detenta todo el poder político y económico. El delito de los campesinos  es su misma condición de campesinos, porque con su sola presencia constituyen un obstáculo para la expansión del dominio de los detentadores de poder. Así confirman los alegatos finales de los fiscales. Sostienen que hay que dar un escarmiento para que nunca más se insinúe ningún tipo de resistencia de parte de los campesinos. Para eso está la ley. Para eso está el Estado.  Para este escarmiento no importa que se cometa injusticia, no importa que los campesinos enjuiciados sean inocentes, deberán ser castigados como ejemplo. Nadie puede estar ajeno a este juicio y su implicancia. No es una cuestión campesina sino de toda la nación. Contar con un estado títere afectará la soberanía y terminará afectando a toda la ciudadanía.  La lucha no será fácil porque la fuerza de ocupación está afianzada.  Si se tarda en reaccionar recuperando la conciencia ciudadana, la conciencia de la libertad y la dignidad, muy pronto todos los luchadores terminarán siendo incriminados por la fuerza de un régimen corrupto y totalitario. 

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