SOSPECHOSO SIGILO PARLAMENTARIO
Una amplia información sobre los procesos legislativos es
importante y fundamental para la sociedad. A eso apunta la ley de transparencia
y amplia difusión de la que se hizo gala en algún momento en los acostumbrados discursos
políticos. Los proyectos de leyes
deberían ser publicados siempre en los medios masivos de comunicación pero no
sabemos exactamente lo que está pasando. Estos medios no cuentan con
corresponsales parlamentarios, o existen una política de omisión voluntaria o
interesada que llevan a minimizar o a esconder proyectos de leyes, que no
solamente requieren de amplia información sino hasta de audiencia pública por
su importancia y trascendencia para la vida nacional. Tenemos como ejemplo
reciente, el proyecto de Ley de Control de Tráfico y Contenido de la
información de carácter privado por internet. Este proyecto tomó estado público
después de que la aprobara el Senado de la Nación y solamente falta que la
Cámara de Diputados se pronuncie para su aprobación final. ¿Cómo no se va a
debatir públicamente una ley que puede estar violando los derechos
fundamentales de privacidad de las personas? ¿Cuál es su alcance? ¿Cuál va a
ser el procedimiento de su aplicación? No se puede utilizar el justificativo de
la lucha contra la delincuencia como único argumento porque bajo ese pretexto
ya fueron aprobadas varias leyes de dudosa legitimidad constitucional. Con ese
criterio y con el mismo sigilo ya se creó por ejemplo la Secretaría Nacional de
Inteligencia, que nunca se discutió su verdadero alcance ni de qué manera y por
quienes será implementada. Pero hay más novedades del procedimiento sigiloso de
nuestros parlamentarios. En estos días nos desayunamos con un proyecto de Ley
que pretende modificar la Ley 904/81 que determina el Estatuto de Comunidades
Indígenas del Paraguay y nos enteramos por medio de las redes sociales y porque
los indígenas saltaron a las calles bloqueando caminos con sus arcos y flechas,
protestando contra un proyecto que consideran un atentado contra sus derechos
consuetudinarios, de manera totalmente inconsulta, en violación abierta de lo
dispuesto en la Constitución Nacional y en el Convenio 169 de la OIT
(Organización Interamericana de Trabajo) Este proyecto tampoco tuvo difusión
por los medios masivos de comunicación y ya está a punto de ser aprobado por el
Senado. Por suerte y parece ser como consecuencia de las denuncias y protestas,
el proyecto fue remitido finalmente como corresponde al INDI (Instituto
Nacional del Indígena) para la toma de conocimientos, análisis y el
pronunciamiento de los afectados directos que son las comunidades indígenas del
país. Aparentemente se pretendería
habilitar proyectos de inversión agropecuaria al interior de las comunidades
indígenas. Falta que se analice y se aclare cómo se daría el relacionamiento
con los pueblos originarios, y de qué manera y con qué beneficios, podría darse
esta relación. Y falta, fundamentalmente, que las comunidades indígenas acepten
la propuesta ¿Qué otros proyectos se están cocinando entre gallos y medianoche?
Sin prejuzgar la intención de los parlamentarios, debemos dejar en claro y
reafirmar de manera inequívoca el derecho de la participación ciudadana en la
consideración y el debate de las leyes y normativas que regulan y afectan la
vida y el destino de nuestro pueblo. En ese sentido no podemos transigir
respecto a la obligatoriedad de la difusión de los proyectos legislativos. En
esto están en juego el buen manejo de las cosas públicas y el bienestar de la
República.
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