PRENSA Y
PODER.
La
influencia de los medios de comunicación es importante en demasía para la vida
ciudadana. Marca la agenda de los gobernantes, crea y genera la opinión
pública, incide en la formación de los niños y jóvenes, pondera o relativiza
los valores éticos y construye las sensaciones de éxitos o fracasos de personas
e instituciones transmitiéndolas a la población en general. Normalmente en un
sistema democrático la prensa actúa como contralor del poder político. “Antes
los medios de comunicación aparecían como cuarto poder porque podían criticar
el poder desde el exterior. Eso ha cambiado porque hoy constituyen un poder,
aunque disimulen no querer aceptarlo” (Ignacio Ramonet, Director de El Mundo
Diplomático de París Francia, Manipulación de los grandes medios). Es decir
hoy, los medios de comunicación responden a una ideología económica, ya no
están manos de sus periodistas, y más bien están al servicio de los intereses
de sus propietarios empresarios. Su verdadero objetivo no es servir a la verdad
y construir ciudadanía, su objetivo es ganar dinero, a cualquier precio, de
manera directa a través de sus propios medios de comunicación o de manera
indirecta, utilizando los medios como estrategia de apoyo y promoción de sus
cadenas de empresas. En ese contexto también abordan el tema político. El
axioma es simple: el poder político está íntimamente relacionado al poder
económico. Ya no interesa ser el contralor político solamente sino ser el poder
mismo, aunque para eso tenga que intervenir o conspirar contra el poder
político. Bajo esta consideración podemos preguntarnos si esta prensa que
tenemos es debido al país que somos o es al revés. Es probable que haya parte
de verdad en ambos sentidos. Y la cuestión no es solamente respecto a la
orientación de contenidos sino también al lenguaje y a las formas tan sucias y
tan llenas de chabacanerías. Por todo eso, ha sido muy importante que en estos
días aparecieran comentarios autocríticos de dos destacados periodistas de
nuestro medio. El de Mario Ferreiro, criticando la utilización del reportaje de
una niña, por encima de toda consideración y respeto a su niñez, que le llevó a
afirmar en un comunicado que: “La prensa paraguaya atraviesa una crisis ética
terminal. Lo venimos diciendo hace muchos años y lo afirmamos siendo parte de
ella, no desde afuera. Vergüenza y asco se siente ante tanta impunidad”.
Mientras que por otro lado, el periodista Miguel H. López, en su columna
Akapete, diario Ultima Hora del 28 de agosto del 2014, criticó duramente entre
otras cuestiones, el almuerzo con el Presidente de la República , de ocho
periodistas de nuestro medio sin que se diera a conocer el motivo ni los temas
tratados, diciendo cuanto sigue al respecto: “Siempre que el poder político y
el periodismo acuerdan guardar información es una catástrofe para la sociedad.
A estas alturas la desconfianza es la que reina sobre lo que fue, se trató y se
dijo allí, violando principios fundamentales de la profesión. Los comunicadores
terminaron prostituyendo la credibilidad y la ecuanimidad. Asesoran al
Presidente – que no es su trabajo –y claudicaron aceptando callar. Todo
discurso justificador es letanía. El secretismo es lo contrario al periodismo
serio e independiente” Contundente. Se intentó justificar como una cuestión de
manejo de fuente de información. Pero aquí hay algo mucho más grave y
trascendente. Se trata de la evaluación del rol que cumple la prensa en nuestro
país y lamentablemente tenemos que concluir coincidiendo con la expresión de
Mario Ferreiro: “La prensa paraguaya atraviesa una crisis ética terminal…”
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