EDUCACIÓN
RELEVANTE Y PERTINENTE.
La
discusión y el debate sobre la calidad y la oportunidad de la educación en
nuestro país tienen que intensificarse. Hay una conciencia ciudadana, a nuestro
parecer, todavía superficial sobre el rol fundamental que tiene y tendrá la
educación para superar los graves obstáculos culturales, sociales y económicos
que retrasan el desarrollo de nuestro país. Las improvisaciones, la
manipulación política y la corrupción han condicionado nuestro retraso en
materia educativa. Nuestro país es el que menos invierte en salud y educación
en el concierto del MERCOSUR en la actualidad. Mientras Argentina invierte 1601
dólares por persona, Uruguay 1503 y Brasil 1419, Paraguay invierte apenas 147
dólares según el informe de CEPAL. Además, a pesar de haberse reducido la
pobreza en los últimos años, la desigualdad aumentó. Desigualdad incentivada
por los impuestos que gravan a los que tienen menos y por la baja inversión
social. En este sentido hay que reconocer que es importante que se profundice
el debate en base a los reclamos de docentes y los médicos, porque la inversión
social hasta ahora está muy subestimada. Pero no se trata solamente de más
salarios, más infraestructuras y más tecnologías, sino que el debate debe
plantearse a qué apunta nuestra educación. Una educación de calidad debe
apuntar a transformar la sociedad paraguaya. Esto significa que los objetivos
de la educación deben estar insertos dentro de un plan integral, de una
verdadera política de estado. En ese sentido no basta una visión economicista,
que nos lleva a evaluar la eficiencia y la eficacia en función a la formación
de técnicos y profesionales para la producción. También será necesario formar
ciudadanos capaces de incidir en la transformación de la sociedad, que ayuden a
superar las desigualdades sociales y económicas injustas. Es decir deberá ser
una educación relevante y pertinente, y por sobretodo equitativa. Para eso
quizás necesite plantearse un cambio de paradigma. No se puede mantener un
sistema simplemente individualista y competitivo. Preparar al educando
solamente para la competencia. Endiosar la competitividad. Se debería intentar cambiarlo en lo posible por un sistema
solidario y de corresponsabilidad. En una aula de clase – decía el profesor
Melquíades Alonso por Radio Fe y Alegría – se forman tres grupos. Los que se
sientan en primera fila, los del medio y los de atrás. El docente enseña a los
de la primera fila, a los que están en el medio les controla si cumplen con sus
deberes, y a los de atrás, a estos ya no les hace caso. Los primeros alumnos
surgirán de la primera fila, nunca de las otras filas. ¿Qué ocurriría si la
calificación no fuese individual? ¿Si la calificación que llevan todos es el
promedio de toda la clase? Sería mucho más equitativo. Todos se preocuparían de
todos. Una educación de calidad debería promover por todos los medios posibles
los valores de la solidaridad y la corresponsabilidad. Finalmente “el dilema
que se plantea es como dar mejor educación a toda la población” (x) Es decir ¿cómo equiparar la educación urbana
y rural? ¿Cómo dar una buena educación a ese 20% de la extrema pobreza que vive
en condiciones infrahumanas? Son preguntas que interpelan duramente en la hora
de pensar en lo que se tendrá que hacer y planificar para que nuestra educación
sea relevante y pertinente, para que nos ayude a superar las injusticias y las
discriminaciones sociales que siguen hipotecando el futuro de nuestro pueblo.
(x) Inés
Aguerrondo, página de la OEI ,
Organización de Estados Iberoamericanos, para la Educación , la Ciencia y la Cultura.
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