NUESTRO
PARALAMENTO.
No se trata
de un error ortográfico. Hay cosas muy tristes relacionadas con la vida de
nuestra institución parlamentaria. Y eso que este es el poder que representa al
pueblo por excelencia o el que lo debe representar. La ciudadanía vota por los
senadores y por los diputados pero hasta ahora no los elige porque no tiene la
opción de seleccionar a los que les merecen mayor confianza por el sistema de la lista sábana.
Pero más allá de cualquier defecto del sistema electoral, debemos reconocer que
la Constitución
Nacional le acuerda preeminencia incluso por encima de los
otros dos poderes del Estado. Junto al Parlamento, frente al Parlamento, la
población acude a llevar sus reclamos y protestas, en la confianza de que ese
poder le representa y podrá plasmar en leyes sus reivindicaciones. Por eso
duele, que el Parlamento y los parlamentarios, no escuchen, o lo que es peor,
se burlen de la ciudadanía. Siguen incumpliendo la obligación de transparentar
la información pública referente a la nómina de los funcionarios nombrados,
contratados y comisionados que reciben sus sueldos y honorarios del erario
público. El Presidente de la
Cámara de Diputados, niega toda información, violando el
Código de Ética de la misma que
establece la obligación de contribuir a colocar en el espacio público los
intereses de la nación por encima de los intereses particulares o de grupos. En
una total incongruencia llegó a sostener sin ruborizarse que el interés
particular prevalece sobre el interés general. Por su parte el Presidente del
Senado, publicó en la página Web de la institución, cantidad y salario básico
de funcionarios sin consignar el nombre de los mismos ni sus asignaciones
adicionales. Dio a entender que esta es toda la información que está dispuesto a proporcionar
sobre el tema.
Dicen que
la prensa busca desprestigiar al Parlamento y a los parlamentarios. En realidad
no se necesita de la prensa para ello. Sus actos y sus actitudes les
desprestigian.
Por
ejemplo, una vieja práctica que viene de los tiempos de la dictadura y del más
rancio sistema de la prebenda, mantienen vigente: La distribución de
medicamentos para sus recomendados y operadores políticos. ¿Porque tienen que
distribuir medicamentos los parlamentarios? ¿Son todos médicos acaso? Van a
disponer aproximadamente cada uno de medicamentos por más de un millón de
guaraníes mensuales para repartir. En el listado figuran jeringas, paracetamol,
ibuprofeno, etc. Increíble. “Está presupuestado” es el pretexto que utilizan
para justificar. ¿Acaso no se puede suprimir? ¿Porque no se transfiere al
Ministerio de Salud este rubro?
¿De qué
puede servir trabajar y planificar para vender la imagen del país afuera si
adentro la estamos deteriorando tan gravemente?
En los
tiempos actuales las informaciones recorren el mundo casi al instante. ¿Qué
pensarán de nosotros si se enteran que nuestros parlamentarios tienen cupos de
remedios para sus allegados y operadores políticos? Justamente ahora, que el
Ministerio de Salud Pública decidió prohibir la venta sin receta de todo
medicamento, ellos insisten en esta inexplicable práctica. Necesitamos transmitir la imagen de un país en
serio pero lamentablemente nuestro parlamento no está contribuyendo mucho con
este loable y muy necesario objetivo.
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