Anteayer se
publicó con el diario Ultima Hora el Póster de Marilina, la ganadora del
denominado Reality Show la
Academia del Canal Telefuturo. Lucía hermosa, atractiva,
simpática. Pero no sé porqué al verla me pareció que tenía una mirada triste. ¿Será porque la
competencia fue muy larga y la experiencia muy dura? ¿Fue el trabajo, la
dedicación o el esfuerzo? ¿O de alguna
manera se sintió agredida o manipulada en su intimidad? Reconozco que todo
puede ser una simple impresión mía. Vivimos tiempos de gran competitividad en
los que en verdad se endiosa todo tipo de competencias. Estos pensamientos me
hizo recordar la “Historia de la hormiguita triste”, relatada por un pensador
de la India , a
quién había tenido la suerte de escucharle en uno de los paneles del Segundo
Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil. Esta es la historia: “Un día una
hormiguita triste salió a caminar por los campos. Deambulaba al azar sin rumbo
y sin propósito. De pronto comenzó a
escuchar una melodía muy linda y
atractiva y entonces, procurando orientarse,
poco a poco fue acercándose hacia
el lugar de donde provenía la música. Era un promontorio como un termitero donde
millones de hormigas intentaban escalar. Empujando, haciéndose espacio, se sumó
a la tenaz aventura del ascenso. Mucho tiempo después y luego de un gran
esfuerzo, finalmente pudo llegar a la cima. ¡Pero aquí no hay nada! Exclamó. Y
la hormiga que la seguía, le dijo: “Sí, pero no le cuentes a nadie”.
La historia
de la hormiguita triste, de esta manera, nos revela el secreto de las
competiciones. Al final no hay nada. En la supuesta cumbre sólo hay un vacío,
pero eso nadie tiene que saber. Esta es un poco la historia de millones de
seres humanos a quienes se les ha vendido la idea de que hay que hacer lo
imposible, sacrificar cualquier cosa, para alcanzar una gran meta de promesas
quiméricas. Hay que prepararse para la gran competencia del tener más, no del
ser más. No importan los medios, el premio del éxito justifica todo.
Marilina es
la hormiguita que llegó a la cima. La siguieron más de tres mil jóvenes que
participaron del casting. Fue el epílogo de una dura competencia. Un poco de
paga y algunas promesas. Arriba no hay nada o casi nada, pero no puede advertir
a los que siguen en carrera. Se le vendió bien el producto a la gente, habrían
sido más de 100 mil llamadas, a un costo de 2.200 guaraníes por mensajes. Por
supuesto el ingreso pudo haber sido mucho más. El veredicto no fue de ningún
jurado sino de los mensajes y no se habla de cantidad sino de porcentajes.
Y se vienen
nuevas ofertas de este y de los otros medios. ¿En qué instancia se analiza el
impacto de estos programas en nuestra juventud? El vaciamiento y la
estandarización son recursos muy utilizados por los que endiosan al mercado en
detrimento de la dignidad humana. Por ello las sociedades necesitan construir
políticas públicas de comunicación. Porque lo más grave de todo es, no tener
alternativas. Tenemos que defender y proteger los medios de comunicación
alternativa. Tenemos que fortalecer, pero en serio, los pocos medios públicos
que disponemos. De lo contrario seguiremos condenados a seguir desinformados y
manipulados o a comprar programas de
entretenimientos que en fondo no dejan de ser simples instrumentos de enajenación.
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