ZONA LIBERADA
El tema de la
seguridad está en la preocupación de toda la ciudadanía. La política
implementada por las autoridades nacionales es deficitaria tanto en las
ciudades donde aumentaron los asaltos callejeros de los llamados “motochorros”
por la modalidad operativa de los delincuentes, como así también en la zona
norte del país donde un grupo criminal que se autodenomina “Ejército del Pueblo
Paraguayo – EPP” por más de una década
viene creando zozobra con ataques a establecimientos ganaderos y empresas
agrícolas y el manteniendo en cautiverios, actualmente, de tres personas
secuestradas por las que piden rescate. ¿Qué exactamente es lo que está
pasando? ¿Porqué un grupo criminal de no más de 30 personas no puede ser
desbaratado por las Fuerzas de Tarea Conjunta, conformadas por aproximadamente
1.200 miembros del ejército, la policía y funcionarios de la Secretaría
Nacional de Antidrogas? Esta dotación
fue creada a pedido del Poder Ejecutivo por la Ley 5036/13, la que amplía la
Ley 1337/99, de Defensa Nacional y Seguridad Interna, que faculta al Presidente
de la República desplazar militares y policías para combatir a grupos
criminales armados. El periodista Edwin
Brítez, en su comentario publicado en el Diario ABC color, el 14 de agosto del
2.016, bajo el título “Qué combate la FTC?” señala que la “región delineada
como territorio de operaciones de la FTC es prácticamente una zona liberada,
dónde en vez de la ley rigen la orden , el criterio y a veces el humor de
caciques del narcotráfico, aliados con miembros de las fuerzas públicas y a su
vez con tentáculos en la elite política y social del país” dejando asentado
de esa manera probablemente la causa principal del fracaso de las Fuerzas de
Tarea Conjunta que es el no dedicarse al
combate del narcotráfico con el que estarían aliados miembros de las
fuerzas públicas quizás acicateados por tentáculos de la elite política y
social del país. El imperio del
narcotráfico y de la narco política imposibilita la eficacia de la acción de las
FTC porque el grupo criminal del EPP estaría operando bajo la protección y la
connivencia de los narcotraficantes. ¿Dónde puede tener sus bases de
operaciones el mencionado grupo de delincuentes? ¿En el bosque? Ya no hay
bosque o hay muy poco y con la tecnología que existe serían fácilmente
localizables, máxime ahora que tiene en cautiverio nada menos que a tres
personas. La única explicación
razonablemente posible es que el grupo criminal esté operando desde alguna
hacienda de algún narcotraficante. ¿A quiénes les puede convenir que el EPP no
desaparezca? Mil doscientos hombres armados y organizados a un costo de más de
70 millones de dólares con un pobre resultado pueden hacer pensar como lo
afirma Edwin Brítez en el artículo mencionado que “finalmente las FTC necesitan
del EPP, tanto como este necesita de aquellas. Las dos organizaciones se
consideran enemigas, y sin embargo se sostienen y consolidan en la medida en
que se atacan, tanto que podría pensarse maliciosamente que cada una de ellas
le debe su vitalidad y energía a la otra parte para seguir subsistiendo” Una
tesis verosímil. Esto mismo ha ocurrido
con la FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, lo que explicaría
porque duró tanto esa guerrilla y porque hasta hoy hay sectores que no quieren
acabar con ella. En este momento está en
debate en el Parlamento y en la ciudadanía si se debe mantener o desarticular a
las Fuerzas de Tarea Conjunta derogando la Ley de su creación. “Si se decide
eliminar las FTC el Estado daría una muy mala señal” afirmó el Secretario
General de la Presidencia de la República. La Asociación Rural del Paraguay y
el gremio de los productores agrícolas, también se opusieron a la eliminación
de esas fuerzas. “Al menos ha disminuido el abigeato” dijo un empresario. El Senado llamará a audiencia pública en las
localidades de Arroyito (Concepción) y
Santa Rosa del Aguaray (San Pedro) para debatir sobre el proyecto de ley de
eliminación de las Fuerzas de Tarea Conjunta. La idea es consultar con los
pobladores de los lugares donde actúan los miembros de las mencionadas fuerzas.
Es posible que no digan mucho porque están amedrentados. Los delegados de la Pastoral
Social de las Diócesis reunidos en Ipacaraí los días 11 y 12 de agosto pasado
con el Obispo Responsable Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Caaguazu,
publicaron un documento en el que denuncian el asesinato de dos miembros y
herida grave con ensañamiento a un tercer miembro de la familia Ovelar Candia
en Kuruzu de Hierro y violentos allanamientos de viviendas en horas de la noche
en los Núcleos 3 y 6 de Arroyitos, entre otros actos ilegales violatorios de
los derechos humanos que en vez de
disminuir, agrava la inseguridad en la zona norte del país. Es posible que
finalmente no se derogue la Ley que creó las Fuerzas de Tarea Conjunta, pero es
importante expresar que está fuera de lugar que voceros del gobierno y de otros
sectores de la sociedad acusen de simpatizantes del EPP a toda crítica que se
formula contra los abusos de las Fuerzas de Tarea Conjunta. La lucha contra el crimen debe
plantearse bajo la vigencia estricta de la ley porque de lo contrario se entraría
en el campo del terrorismo de Estado de nefastas consecuencias en el operativo
Cóndor de los gobiernos militares de nuestro continente. No se debe permitir que la lucha contra el
EPP simplemente se convierta en una pantalla para ocultar el grave problema del
narcotráfico y la narco política que operan con impunidad en el norte. Tres
intendentes fueron asesinados sin determinarse los responsables intelectuales
de estos crímenes. Ya nadie menciona que las propias autoridades del norte
atacaron a las fuerzas de la SENAD, Secretaría Nacional Antidrogas, para
liberar una carga de marihuana. La impunidad es vigente y alarmante. En estas condiciones es muy difícil que las
Fuerzas de Tarea Conjunta logren resultado en la lucha contra el EPP sino
dirige su ataque también al narcotráfico y a la narcopolítica.
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