UN BALANCE PERCEPTIVO
El alto rechazo de la
gestión del gobierno revelado en estos días a través de las publicaciones del
Diario Última Hora como resultado del sondeo de opinión realizado por una
prestigiosa empresa encuestadora se ha instalado como un tema de debate
político en la actualidad. ¿Ha fracasado
realmente este gobierno en su gestión de estos primeros tres años? Esta es una
buena pregunta en estos momentos.
Indudablemente comenzó su mandato con buena expectativa y con amplio
apoyo parlamentario. Proclamó como emblema el combate a la corrupción, combate
a la pobreza y desarrollo del país con grandes obras de infraestructuras. Se le
aprobó la Ley del APP (Alianza Público Privada) Se le autorizó por ley de la
nación la utilización de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el grupo
autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Anunció una nueva modalidad
política y seleccionó principalmente a técnicos para cubrir los cargos de su gabinete ministerial. El primer punto de la propuesta: La lucha
contra la corrupción puso a prueba la capacidad administrativa y el liderazgo
de la Presidencia. Comenzó a ceder respecto a los cargos reclamados por los
presidentes de seccionales, que al principio quedaron al margen, pero a poco
terminaron conquistando sus respectivos nombramientos. El prebendarismo nunca
se ha ido. La ley de la Transparencia
aun con las dificultades de su aplicación permitió el acceso a la prensa a las
planillas de pago de las diversas instituciones del Estado dejando al
descubierto los abusos en las remuneraciones básicas y en los beneficios
adicionales. Pocos fueron los imputados
o removidos de sus cargos. En el ámbito
municipal y en las gobernaciones la malversación de los recursos del FONACIDE y
de los royalties, resultó tremenda sin que la justicia actúe como corresponda
debido a la influencia política en las fiscalías y en todo el poder judicial.
El contrabando y las evasiones impositivas siguieron campante. En cuanto a la pobreza tampoco se obtuvo logro
significativo. La pobreza extrema incluso se agudizó un poco más, especialmente
en el campo y la desigualdad social aumentó su brecha. Los programas de asistencia directa como el
de “Tekó Pora” (Buena vida) o de atención a los adultos mayores se han
incrementado, pero siguen lejos de alcanzar el nivel de la demanda real y hay
denuncias de que las adjudicaciones tienen incidencia política. El
sector campesino sigue abandonado, la reforma agraria no ha sido prioridad de
este gobierno. No se les asegura a los
campesinos las tierras para cultivar y formar sus asentamientos. El
contrabando, la falta de caminos y el bajo precio de sus productos acrecientan
sus vulnerabilidades. Algunos intentos de ayuda del gobierno han fracasado por
la inexperiencia técnica administrativa o por corrupción. Se dispuso comprarles sus productos en forma
directa para los almuerzos escolares, pero los intermediarios hicieron fracasar
la propuesta; se les ofreció recursos para mejorar la producción de hortalizas
pero la ayuda se canalizó a través de intermediarios que cobraron pero no
cumplieron con la obra estructural requerida. Lo mismo ocurrió con el plan de
pozos para proveer agua potable a las comunidades pero otra vez los fondos
fueron canalizados a través de ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que no
realizaron las obras o no las completaron.
Otro fracaso significó la Colonia
Santa Lucía de la zona de Itaquyry, que el INDERT (Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra)
presentó como una obra modelo del gobierno de recuperación de tierras del poder
de personas que las ocupaban y explotaban ilegalmente por no ser beneficiarias
de la reforma agraria. Se trasladó a ese lugar unas 500 familias que estaban
bajo las carpas en Ñacunday, se les dio un lugar para sus viviendas pero muchas
de ellas hasta ahora carecen de las cinco hectáreas para el cultivo. En
cuanto a la Alianza Público Privada hay que señalar que ha fracasado, no atrajo
la inversión que se esperaba, dicen que se necesita más tiempo y para uno de
los pocos proyectos aprobados: La ampliación del plazo de concesión a la
empresa Tapé Porá, se tuvo que violar normas legales y constitucionales. En
cuanto a obras de infraestructuras el gobierno parece confiar que en este campo
podrá ganar puntos y rectificar la percepción negativa. Pero tiene el problema
de una muy baja ejecución presupuestaria en el Ministerio de Obras Públicas y
por lo tanto el retraso de muchas de las obras proyectadas. El caballito de
batalla constituye sin lugar a dudas la construcción de viviendas económicas,
pero no se debe olvidar que la vivienda no es todo, que viene detrás toda la
problemática social. Pero por sobre todo
se debe anotar en este punto la creciente preocupación de la ciudadanía
por el rápido agravamiento de la deuda
externa, que casi se duplicó en estos tres años. También está muy
cuestionada la eficacia de las llamadas Fuerzas de Tarea Conjunta, cuya
creación fue dispuesta por una Ley de la Nación, para la lucha en el norte contra el grupo criminal EPP. En el Parlamento y en la ciudadanía se
discute la posibilidad de eliminar esas fuerzas por su alto costo operativo y
por no haber conseguido el resultado que se esperaba. Los voceros del gobierno minimizan los
resultados del sondeo publicado y la percepción que tiene la ciudadanía. Dicen
que todavía hay tiempo para revertir o que ha habido deficiencia en la
comunicación gubernamental. O quizás se carezca de un asesoramiento profesional. Por ejemplo no parece adecuado ni oportuno que el Poder Ejecutivo
haya dictado el Decreto 5775/16, que vuelve a reducir el valor fiscal de las
tierras rurales fijados a fines del año pasado para el pago del impuesto
inmobiliario. Y lo hace a pedido de la
Asociación Rural del Paraguay y la Unión de Gremios de Producción, que
normalmente vienen pagando una miseria en este concepto. Y para peor lo hace retroactivo desde enero
de este año, disponiendo que los municipios afectados devuelvan o acrediten la
diferencia a los que ya pagaron sus impuestos con la referencia anterior con
toda la complicación que eso representa teniendo en cuenta que solamente el 65%
corresponde a los municipios, 15% a Ministerio de Hacienda, 15% a las
Gobernaciones y el 1% al Servicio Nacional de Catastro. El servicio de salud está colapsado, las
escuelas siguen cayendo, no hay fuente de trabajo, la inseguridad está cada vez
más grave y no se supera la corrupción en las filas policiales. Hay que ser y
no solamente parecer, dice el refrán. El gobierno tiene un buen desafío. Tiene
dos años para cambiar la percepción de la ciudadanía.
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