SALUDANDO A LAS MADRES
Se dedica un día para
motivar la recordación, el agasajo, la gratitud y el reconocimiento hacia este
ser tan especial en la vida de cada uno. Un día, nunca será suficiente para
decir a una madre todo el afecto que ella ha inspirado a sus hijos. Se necesita
de todos los días, de todos los tiempos de todos los años. No es cuestión de un
obsequio en un día determinado, aunque ella, agradecerá y se sentirá muy bien
con ese gesto, pero también importan los gestos de todos los días. Es una
ocasión para recordar muy especialmente a tantas madres que sufren las
dificultades extremas para alimentar y cuidar de sus hijos. En realidad ningún
homenaje será completo mientras no se tenga una respuesta para las madres que
viven en la estrechez de los barrios marginales, o para las madres de familias
sin tierra o de las madres indígenas expulsadas de su hábitat, condenadas a
recurrir en forma silenciosa por nuestras calles esperando un gesto de
solidaridad que ni siquiera lo pide. Debemos procurar que este día no solamente
sea dedicado al afecto, sino también a la valoración, a la gratitud y al
reconocimiento. Nuestro país nunca se desprenderá de las amarras del atraso y
las injusticias mientras no sea capaz de valorar y reconocer a las madres de
esta patria la dignidad que tienen como las forjadoras de su cultura y de su
historia. Ellas acunaron a la Madre Patria y sin ellas, sin sus presencias y
participación en el quehacer cotidiano, siempre será muy difícil remontar el
vuelo hacia el gran destino de la “tierra sin mal” hacia la que seguiremos
peregrinando. A las madres, en su día, salud.
MADRE, ES TU DÍA.
Dicen que es tu día,
madre.
Pero ¿Qué hay de ti?
¿Qué saben de tu
angustia
y del dolor que te
oprime,
cuando el pan se vuelve
mezquino?
¿Qué saben de la
impaciencia
de tu espera
cuando la noche se
hace alarga
y el hijo no regresa
inquietando tus
vigilias?
O lo que piensas
cuando el peligro está
latente
acechando en cada
esquina
y el silencio se
prolonga
en artera
incertidumbre
porque la justicia
está ausente.
Dicen que es tu día,
madre.
Sé fuerte,
porque en la sacudida del afecto,
se podrá sentir de
nuevo
que Dios obró contigo
el más bello milagro
de un misterio tan
perenne.
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