EL VALOR DE
LOS JUSTOS.
¿Cuánto
puede significar para una ciudad, un país, una comunidad o una familia el hecho
de tener entre sus miembros una persona justa? Difícil de dimensionar. Hay
algunas expresiones relacionadas a este tipo de valoración que podrían ayudarnos a pensar sobre en el tema, como aquello de que, es mejor ser una pequeña
lumbre que dedicarnos a maldecir la oscuridad o, prestamos más atención a un
árbol que cae y no nos damos cuenta de todo un bosque que crece.
¿Cuánto vale un justo? Hay un pasaje en la Biblia que viene a nuestro
auxilio. Es el diálogo de Abraham con Dios sobre Sodoma y Gomorra (Génesis 18: 20-32).
Dijo el Señor: “El clamor de Sodoma y de Gomorra aumenta más y más, y la
gravedad de su pecado ha subido hasta lo sumo. Quiero ir a ver si sus obras
igualan al clamor “. Abraham sabía que aquello podría significar la destrucción
de las mismas, y armándose de coraje, como un fiel representante del género
humano, se paró ante el Señor y le dijo: “¿Por ventura destruirás al justo con
el impío? ¿Si se hallaren cincuenta justos en aquella ciudad han de perecer
ellos también? ¿No perdonarás a todo el pueblo por amor a los cincuenta
justos?” Y díjole el Señor: “Si yo hallare en medio de la ciudad de Sodoma
cincuenta justos, perdonaré a todo el pueblo por amor a ellos”
Pero Abraham,
pensando que podía no haber cincuenta
justos, volvió a preguntar y ¿si hay cuarenta y cinco? El Señor le respondió
que no destruirá en honor a los cuarenta y cinco. Animado por la respuesta del
Señor Abraham siguió insistiendo: y si ¿hay cuarenta? ¿Si hay treinta? ¿Si hay
veinte? y finalmente ¿si hay diez justos? y el Señor le respondió que en honor
a los diez justos no destruirá la ciudad. El resto ya se sabe, Sodoma y Gomorra
fueron destruidas. No había en ellas diez justos para salvarlas.
El relato
bíblico es impresionante. Si nos
detenemos a mirar el escenario que tenemos, con tanta corrupción, miseria y
agresiones de los valores fundamentales de la dignidad, tenemos motivos para
preocuparnos. ¿Hay diez justos en nuestro país y en nuestras ciudades? Incluso
la interpelación podría descender hasta el ámbito personal. ¿Soy yo uno de los
justos? ¿Puedo ser yo uno de los justos? En mi familia ¿soy yo una persona
justa? La Biblia
no habla de santos, habla de justos.
¿Cuánto
valen los justos? La respuesta seguirá siendo incuantificable. Pero podemos
mirar la vida con optimismo y esperanza. Gracias a Dios todavía hay muchas
personas -hombres y mujeres- justas en nuestro medio. Esa convicción nos asiste
para pensar que nuestro país será salvado y dignificado.
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