SICARIO ECONÓMICO
En uno de los recientes programas
“Conversando con Correa” del ex Presidente ecuatoriano Rafael Correa, que se
difunde por R.T. y al que se puede acceder en (https://youtu.be/WY44vCknODO)
fue entrevistado el escritor norteamericano John Perkins, autor del libro
“Confesiones de un sicario económico” El autor reconoce que en el pasado
desempeñó efectivamente el papel de sicario económico de las grandes
corporaciones norteamericanas pero que actualmente con su libro busca reparar
los daños que haya podido causar en su vida pasada. Su labor como sicario
económico era identificar países con recursos importantes cuyo control interesaba a una de esas corporaciones. La
estrategia era endeudar al país con
planes de grandes obras estructurales. Si el país involucrado no podía pagar
sus deudas, porque éstas siempre resultan impagables, se le sugería vender sus
bienes a precio acomodado a sus acreedores, lo que terminaba con la apropiación
de los bienes apetecidos inicialmente. En general los países seleccionados son
de situaciones vulnerables cuyos gobiernos tienen serias dificultades. Y si
algunos de ellos se resistían, aparecían los chacales que ya actúan bajo la amenaza
y el miedo. Los gobernantes reticentes podían ser derrocados o eventualmente eliminados.
El señor Perkins mencionó que en América Latina, dos gobernantes nacionalistas se resistieron: Jaime Roldós del Ecuador y
Omar Torrijos de Panamá que, coincidentemente, fallecieron en accidente con sus
propios aviones, con un mes de diferencia. Nunca se pudo probar ninguna
responsabilidad. Pero… ¿Qué relación puede tener este relato con nuestro país? Es
que el Paraguay tiene serias debilidades y tiene bienes muy apetecibles. El 82%
de sus ingresos tributarios está destinado a pagos de salario público. Más de
un millón de personas viven en la pobreza extrema, de la basura. Grave déficit
en su sistema de salud, vivienda, servicios básicos y educación. El Estado que ya
tiene dificultades para pagar las cuotas de sus deudas anteriores, ahora presta
1.600 millones de dólares para enfrentar la pandemia. Los ingresos tributarios
se redujeron al 50%. Ahora necesitará prestar dinero para pagar los salarios de
la función pública. Su plan de eliminar gastos superfluos y descuentos de altos
salarios, tiene traba en el Parlamento. De cualquier manera esos descuentos no
serían suficientes. El país ya tenía serios problemas y la pandemia del
coronavirus vino a desnudar y agravar su realidad. Tenemos un estado altamente
deficitario. La verdadera causa no es la pandemia sino un sistema económico
criminal que maximiza los beneficios sin importar los daños sociales y
ambientales. Las ollas populares ayudan a soportar el hambre pero ni un millón
de platos diarios serán suficientes. Teníamos la esperanza- y todavía la tenemos-
de que la pandemia nos podía ayudar a construir un país más serio, con reformas
fundamentales, con un sistema tributario más justo sin privilegios ni
exoneraciones exageradas. Pero todo indica que la corrupción seguirá vigente y
que en vez de equilibrar el presupuesto con recursos genuinos, el plan es
seguir con todas las deficiencias y errores, aumentando y multiplicando la
deuda externa. Ahora ya se piensa en gestionar grandes préstamos con aval de la
empresa hidroeléctrica de Itaipú, comprometiendo de esa manera nuestra
soberanía energética, para que siga el
baile del despilfarro. La iniciativa habría partido de nuestro propio gobierno,
con un planteamiento – dice que informal – de manera totalmente irresponsable,
sin ninguna consulta con la ciudadanía.
Nuestro problema de fondo no es la falta de recursos sino la vigencia de
un estado corrupto. En estas condiciones miles de millones de dólares serán
dilapidados en corto tiempo. Es hora de preguntarnos dónde están y quiénes son
nuestros sicarios y chacales económicos.
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