LOS
AUTOCONVOCADOS.
La manifestación de la ciudadanía es una
poderosa fuerza que puede volverse incontenible para cualquier gobierno de
cualquier parte del mundo. De ahí el gran temor frente a ella de los que
detentan el poder, quiénes por este motivo desarrollan una serie de estrategias
para impedirla o dominarla, minimizando al máximo sus consecuencias.
Lo novedoso
de estas manifestaciones ciudadanas es la autoconvocatoria a través de las
redes sociales como un signo de nuestro
tiempo enmarcado por el avance de las nuevas tecnologías. Esta modalidad ha
demostrado tener mucha fuerza porque, por ahora, rompe un esquema de dominación
que vienen utilizando los centros de poder al ejercer el control de los medios
de comunicación. Todavía no lo pueden controlar del todo a las redes sociales, pero
es indudable que avanzan rápidamente en esa dirección.
En nuestro
país, que emerge de una larga lucha de la dictadura y la conculcación de los
derechos fundamentales, las manifestaciones ciudadanas van cobrando fuerza y
significación política. La más grande es la conocida como la del Marzo
Paraguayo que llegó a convocar a más de 100 mil personas. Produjo la caída de
un gobierno (el de Cubas Grau), encendió una gran esperanza, y lamentablemente
generó la más profunda decepción de nuestra historia reciente. La ciudadanía no
consiguió la organización adecuada ni el liderazgo adecuado para canalizar sus
grandes ideales y la clase política vigente, rastrera y miserable, dilapidó esa
gran esperanza.
En tiempo
más reciente, una ciudadanía autoconvocada rodeó al Parlamento, generando
pánico de los parlamentarios, que huyeron como ratas por los laberintos de la
costanera en construcción, consiguiendo impedir de esa manera que más de 50 millones de
dólares se dilapidaran en sueldos de planilleros y operadores políticos. ¿Cuál
fue la estrategia utilizada para contrarrestar? En la siguiente convocatoria infiltraron la
manifestación con adeptos contratados, que una vez concluída la reunión, actuaron
con mucha violencia, causando destrozos en los locales del Partido Liberal
Radical y de la Junta
de Gobierno de la ANR. Nadie
fue detenido, nadie fue individualizado. Coincidentemente los circuitos
cerrados de ambos locales no funcionaron. La fiscalía amenazó con imputaciones.
El vocero de una radio comercial que en un principio apoyaba las
manifestaciones se desligó diciendo que no estaba de acuerdo con la violencia.
Por mucho tiempo desaparecieron las manifestaciones de los autoconvocados.
Una serie
de decisiones arbitrarias en la última etapa de este parlamento que se va,
motivó de nuevo que el 21 de junio pasado, más de 3.500 jóvenes se autoconvocaran
frente al Parlamento. ¿Podrán seguir? Para ello habría que tomar algunas
precauciones como por ejemplo: Mejorar la organización. Está bien decir no a
los políticos, especialmente a los que quieren obtener réditos personales, pero
será necesaria una organización mínima, un foro, una mesa coordinadora, con
representantes de las organizaciones autoconvocantes, para definir objetivos y
defenderse de los infiltrados y de los manipuladores. La debilidad de nuestras instituciones, la
debilidad de nuestra democracia, es la falta de participación ciudadana. Si se
fortalece la participación ciudadana los corruptos no quedarán tan impunes. No
cabe duda de que ese es el camino para reivindicar nuestra dignidad y
fortalecer de nuevo la esperanza en nuestro futuro. En este importante desafío
los autoconvocados tienen la palabra.
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