DE BOLICHE
EN BOLICHE.
Una canción de la recordada década del 60
grabada por ”Los Náufragos”, lleva por título “De boliche en boliche”. Según el
Diccionario Larousse, la palabra “boliche” es argentinismo que significa bar,
discoteca. Se usa también en el sentido de pequeños negocios especialmente de
bebidas y comestibles. Pero la acepción que se le da a este vocablo en nuestro
país es despectiva no con relación a la dimensión de la empresa sino a la
mentalidad del dueño del negocio, justamente para distinguir al bolichero del
empresario. Increíblemente el bolicheo en nuestro país es muy generalizado lo que se patentiza en
hechos de informalidad, mente corta y cerrada, oportunismo y hasta corrupción.
Veamos
algunos casos. Hace algunos años, en una céntrica zona comercial, en Perú y
Petirossi, la Intendencia
de Asunción planteó un puente para agilizar el tráfico. No se pudo hacer porque
los bolicheros de la zona, dijeron que les acarrearía perjuicio.
Una cosa
muy parecida es lo que ocurre con el planteamiento de declarar peatonal la
calle Palma, la más importante del centro histórico de Asunción. ¿Quiénes se
oponen? Los comerciantes frentistas aduciendo que si los vehículos no pasan por
ella les perjudicará en las ventas. No tienen idea de lo que significan las
calles peatonales en otras importantes ciudades de la región para el turismo y
para la venta.
Pero el
bolicheo es más serio en otras cuestiones como por ejemplo en el caso del
proyecto de Metrobús, en un intento por mejorar el caótico tráfico de
Asunción y Gran Asunción que reúne una población de un millón y medio de
habitantes. Cuando parecía favorable su
aprobación, hay cambio de votos en una de las cámaras legislativas. Un diputado
y el gobernador del Departamento Central denuncian en la prensa que en este caso hubo
ofrecimiento de coimas de parte de los empresarios del transporte que se oponen
al proyecto. A eso se debería que finalmente el voto legislativo fuese
desfavorable. Es comprensible que los empresarios del transporte se opongan
porque imponen desde hace mucho tiempo un sistema de transporte colectivo que
jamás puede prosperar hacia el mejoramiento. Al menos mientras sigan siendo
bolicheros. Los ómnibus del servicio público son propiedad de particulares que
compiten entre sí por itinerarios, zonas de cobertura, horarios, etc. Los más
fuertes, generalmente propietarios políticos, acaparan los mejores itinerarios.
Los demás se defienden. Resultado: Pésimos servicios, vehículos chatarras en
las calles que paran el tráfico, barrios enteros sin servicio, especialmente en
horario nocturno. Si el servicio de transporte público no es del estado, de la
comuna o por lo menos de una gran cooperativa, es imposible mejorarlo.
Otro campo
del gran bolicheo es la importación de vehículos usados, chatarras, vía
Iquique, Chile. Parece que Paraguay es el único país de Sudamérica que importa
chatarra. Se intentó reducir la antigüedad de los vehículos a ser importados a
5 años. Negativo, rechazado. Se introducen vehículos de 10 o más años. Nadie
controla. Asunción se volvió la ciudad más contaminada del continente como resultado
de la densa humareda de los vehículos chatarras que enrarece su ambiente.
¿Porque son tan poderosos los importadores de vehículos chatarras? Se desconfía
de lavado de dinero. Ahora hay una gran oposición al establecimiento de un
sistema de inspección técnica vehicular. En setiembre del 2009, el Parlamento
sanciona una Ley que establece la obligatoriedad de la Inspección Técnica
Vehicular. En base a la misma se licita y se adjudica el servicio a una empresa
que invierte en las infraestructuras necesarias. Ahora se da el caso de que
este mismo Parlamento deroga su propia Ley, con todas las consecuencias que eso
puede significar. Hay seria presunción de que detrás de esta incongruencia
legal, está la presión de los importadores de los vehículos chatarras. Más del
20% de los mismos no superan la prueba de la inspección técnica vehicular por
su alta contaminación y por fallas del tren delantero debido al sistema de
volante cambiado.
“De boliche
en boliche” es una juerga para los hermanos argentinos, pero para nosotros, el
bolicheo es un serio factor de atraso e informalidad.
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