EL DOLOR DE UNA TRAGEDIA
Las imágenes de la tragedia que sufre
los hermanos del Departamento del Ñeembucú en el sur del país son dolorosas e
impactantes. Otra vez las inundaciones,
aunque el agua no provenga de los principales ríos sino de las intensas y desproporcionadas lluvias que ya superaron
el promedio anual histórico. Al parecer hasta ahora nadie se
ahogó, pero muchos están con fríos, enfermos y sin alimentos. Pero las pérdidas son cuantiosas y las
secuelas se prolongarán por un buen tiempo.
En este caso vuelve a plantearse
la capacidad o la incapacidad de las medidas gubernamentales para responder a
estas necesidades de gran urgencia. Las
rutas resultan intransitables y en muchos de los casos la única forma de hacer
llegar el auxilio de alimentos y de medicina es por vía aérea, con vuelos de
helicópteros. Fue duro reconocer que carecíamos de estas máquinas porque los
pocos que tenemos, cuatro en total, ninguno estaba disponible por hallarse en
mantenimiento. Por suerte la solidaridad de los hermanos argentinos nos
permitió suplir esta carencia. Es importante además valorar y resaltar la
gran solidaridad de nuestro pueblo, que por distintos medios y diversas
actividades, canaliza una importante ayuda a nuestros hermanos del sur. Cabe recordar también que a nivel de la ciudad de Asunción
ya se viene agudizando de nuevo la necesidad de atender a los primeros
desalojados de sus viviendas por la crecida del río Paraguay. Un problema
social, humano, económico y cultural. La
solución no es fácil. Son familias que viven en terrenos inundables en
condiciones muy deplorables. También para ellas la solidaridad ciudadana
buscará alivianar el peso de la tragedia. Los medios de prensa realizan un buen
trabajo de sensibilización y de movilización solidaria de la gente. Pero no
avanza más allá. Hay una tendencia de individualizar la tragedia pero no se
mira el contexto general de la problemática. Es necesario analizar la causa de la problemática y debatir las
probables soluciones como corresponde a un país serio, a un país que crece en
las políticas públicas de inclusión y promoción de los sectores menos
favorecidos. Dejar de lado la
politización de la ayuda, haciendo de la tragedia un recurso político
partidario. Dejar de negociar la prebenda con el dolor de nuestros compatriotas
necesitados. Al analizar las verdaderas causas de esta situación vamos a encontrar que la creación de los
barrios marginales obedece a una política de expulsión de los campesinos y de
los indígenas de sus tierras. Vamos a encontrar también que se carece de
recursos para atender las necesidades de nuestros compatriotas que viven en la
extrema pobreza en los barrios marginales,
en la evasión fiscal y en la corrupción política imperante. ¿Qué
podemos hacer por nuestros hermanos del sur? Se tiene que analizar la situación
para poder mejorar las infraestructuras viales necesarias junto a un plan de
recuperación de los daños causados. En cuanto a la población de los bañados, la
construcción de las franjas costeras puede ser interesante a condición de que
sea un proyecto incluyente, que atienda la problemática social y humana de la
población afectada y se respete el derecho de vivir en su propio hábitat en
condiciones más dignas. No basta
compadecerse de nuestros hermanos necesitados. Tenemos que avanzar más en el
análisis de propuestas de soluciones permanentes que sean dignas y que sean
justas.
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