VOCES DE CAACUPÉ
Comenzaron las
marchas de peregrinos hacia el Santuario de Caacupé. La multitud irá creciendo
en cantidad de personas y en manifestación de fe de la gente. La devoción a la
Virgen de Caacupé une a todo el pueblo paraguayo. Las primeras voces sonaron
exigentes y esperanzadoras. En primer lugar las voces de los jóvenes
peregrinantes que criticaron “la corrupción instalada en las instituciones
del Estado, pidiendo el fin del
planillerismo. Cuestionaron la poca inversión en educación en todos los
niveles: primario, secundario y universitario debido a la malversación de
los fondos públicos que genera la
corrupción política. Urgieron además, a
los obispos y sacerdotes una Iglesia con olor a oveja, más cercana a los
jóvenes. Expresaron la convicción de que necesariamente tienen que involucrarse en el esfuerzo por
cambiar esta realidad de mucha corrupción y de turbios manejos que perjudican
al joven y al mismo país. Las otras voces, que se hicieron escuchar,
corresponden a los Vicarios Apostólicos del Chaco. Al del Alto Paraguay, Mons.
Gabriel Escobar, quien señaló que los tres flagelos que deben ser erradicados
son: La ignorancia, el miedo y la deshonestidad. A su vez, el Mons. Lucio Alfert, Vicario Apostólico del Pilcomayo,
interpeló diciendo: “¿Cómo explicamos que muchos intendentes que robaron a los
niños los techos adecuados para sus escuelas, al desviar los recursos del
FONACIDE (Fondo Nacional de Desarrollo), anden libremente?” En otro punto
de su homilía insistió en que se debe acabar con la corrupción en las
instituciones públicas y con los narco políticos y construir una sociedad más
igualitaria. “Ser misericordioso –
ratificó – significa acabar con la corrupción en la administración pública,
acabar con los narco políticos y su brutalidad, que quitan el techo y a menudo
la vida del prójimo” Mons. Lucio Alfert, exigió a las autoridades que
“defiendan los derechos de los pueblos originarios que son expulsados de sus
territorios ancestrales y atropellados a pesar de los reclamos de justicia.
¿Cómo podemos permitir que en un barrio humilde de casitas precarias sean
desalojadas porque algún platudo compró el terreno? ¿Cómo justificamos la
expulsión de los indígenas? Destrozamos su
hábitat y vienen a nuestras veredas en
la ciudad donde pierden su dignidad y ganan el desprecio de la ciudadanía”
(Diario Última Hora, Pag. 20 del 30 de noviembre de 2015) Las primeras
voces de Caacupé hablaron de reclamos y de denuncias y de la necesidad de
construir un país más honesto. Los
líderes juveniles calificaron al sistema político de perverso y populista, por
la compra de la voluntad popular señalando que la corrupción impide mirar el
futuro con esperanza. Y sin embargo esta hermosa juventud paraguaya es nuestra
gran esperanza. Que la Virgencita de Caacupé proteja a nuestra juventud y haga
que nuestro país se redima de la corrupción y de las injusticias para poder
caminar por fin, por la senda de la solidaridad y la fraternidad.
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