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ESPERANDO UN AÑO NUEVO.

ESPERANDO UN AÑO NUEVO.


2016 está a pocos giros del marcador del tiempo. Como es habitual siempre se esperará algo mejor en lo que respecta a las realizaciones personales y profesionales. El sueño y la esperanza sacudirán la intimidad de nuestros sentimientos y con las campanadas del brindis y del abrazo se marcará su momento culminante de la esperada recepción. Sin embargo esta explosión de júbilo no podrá apartarnos de la preocupación que llevamos encima por la situación que están atravesando numerosos hermanos nuestros que se vieron obligados a abandonar sus hogares ante el avance implacable de la riada, con niveles nunca alcanzados a esta altura del año. Más de 100 mil personas luchan por la supervivencia en asentamientos precarios sin las condiciones mínimas requeridas, con grave carencia de alimentación y atención sanitaria. ¿Son víctimas de la naturaleza? ¿Ellos tienen la culpa de conformar estos asentamientos de lugares inundables? La naturaleza ha reaccionado ante los daños que hemos causado a las condiciones de su equilibrio. La naturaleza no se adaptará a nosotros, somos nosotros los que debemos adaptarnos a ella. Ensoberbecidos y ambiciosos los empresarios ocasionaron que la peor desforestación desnude los bosques. Tampoco hemos respetado los  cauces de ríos  y arroyos y la contaminación arriesga cada vez más las fuentes de agua potable. ¿Ellos tienen la culpa de estar en esos lugares? Esta situación tampoco es atribuible a hechos accidentales. Es una situación provocada por un sistema económico en el que solamente importan las ganancias, a cualquier precio, sin importar nunca las personas. Es la incapacidad y la imprevisión del propio Estado que  cerró los ojos ante el avance salvaje y arrollador de la agricultura empresarial que extendió sus áreas de cultivo en base a la expulsión de los pequeños agricultores y las comunidades indígenas, sin tener la capacidad de imponer las normas mínimas de regulación necesaria para proteger a su población de agricultores indefensos y que tampoco fue capaz de buscar respuestas para ubicar y absorber a centenares de miles de familias campesinas expulsadas de sus tierras, condenadas a ocupar los cinturones de los centros urbanos y vivir en la miseria de la pobreza extrema. En estas condiciones nuestro brindis puede atragantarnos. Los deseos de buenos augurios sonarán huecos y llenos de cinismo. En medio de esta verdadera tragedia nacional, serán bienvenidos todos los gestos de solidaridad. Campañas de ayuda se están lanzando por todos los medios y muchos voluntarios se alistan para estas cruzadas. Todas estas iniciativas ostentarán el distintivo de lo humano y confirmarán que todavía se conserva los valores de la solidaridad humana. Todo esto estará muy bien, pero no se deberá olvidar que estas situaciones son repetidas, que estos hermanos nuestros aun después, seguirán en sus chapoteos de pobreza, que esta situación es la consecuencia de un sistema económico y político injusto y desalmado. No ver esta relación de causa y efecto es un cinismo irresponsable. La verdadera solución requiere de un cambio de visión y responsabilidad política fundamental. No entender esto, puede desmeritar incluso nuestro gesto de solidaridad, porque al no atacar la verdadera causa del problema, de alguna manera,  podríamos ocasionar por omisión, la continuidad de esta tremenda injusticia que se está cometiendo con estos hermanos nuestros. Que la solidaridad sea el distintivo principal del abrazo de esta bienvenida al nuevo año.  

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