FANATISMO VISCERAL
Los seres humanos
principalmente nos caracterizamos por adoptar posturas irreflexivas que son
calificadas como fanatismo visceral, es decir un fanatismo ciego e irracional,
carente de una lógica sostenible. Según Bernard Fougéres del periódico
digital Opinión: “El fanatismo es un
desborde visceral, una pasión exagerada, desmedida, tenaz y testaruda en pro de
una idea, un estilo de vida, una teoría o una cultura. Cuando se defiende una
causa se puede caer en el fundamentalismo atacando a todos quienes no comparten
nuestro punto de vista” Generalmente
este tipo de fanatismo se da preferentemente en tres ámbitos: En la política,
en la religión y en el deporte. Si se le preguntara a alguien que adhiere a un determinado club deportivo ¿Cuál es la razón de amar tanto al club de su
preferencia? lo más probable es que no tenga una respuesta razonable para ello.
Ama a su club, le sigue, se asocia al mismo y está dispuesto a defenderlo, pero
es posible que no lo sepa el porqué. Algo parecido ocurre con la religión.
Muchos por ejemplo te dirán que pertenecen a una religión determinada, la
defenderán a capa y espada, pero no sabrán explicar en qué consiste su credo ni
cuáles son sus verdades fundamentales. En la política también se da esta situación. Muchos se fanatizan en
su adhesión a un partido determinado sin conocer sus idearios. Lo identifican
por un color y están dispuestos a defenderlo con toda su fuerza y convicción. Son seguidores de una agrupación política
determinada porque sus familiares siempre pertenecieron a la misma o porque
fueron tentados por algún tipo de beneficios personales o familiares. Pero
últimamente el fanatismo se da en el campo ideológico y se definen las
trincheras entre la izquierda y la derecha, sin que se pueda precisar muy bien
en qué consiste propiamente cada una de esas posturas. Las ideologías son instrumentos de comprensión y análisis de la
realidad pero “Sin embargo, en términos políticos, las ideologías se han
convertido con frecuencia en un conjunto de normas y creencias inamovibles como
dogma de fe. Por desgracia en nuestro país y en el entorno regional se han
polarizado desproporcionadamente las diferencias ideológicas ingresando a una
fase de dogmatismo en la que el que piensa diferente es simplemente un enemigo
al que no se le escucha” (Rolando Niella, en su columna de opinión, Diario ABC,
13 de diciembre del 2015) En este momento se agudiza la descalificación de
los aportes de los gobiernos de la izquierda latinoamericana y mucha gente
celebra este debilitamiento de los llamados gobiernos bolivarianos o
progresistas de izquierda. “No importa que en América Latina, se haya
producido en las últimas décadas un conjunto de grandes transformaciones, que
han hecho que toda una región avance en su desarrollo, con sociedades
profundamente pobres y desiguales, organizadas casi en su totalidad bajo
regímenes democráticos” (Daniel Mendonca, en su columna de opinión en el Diario
ABC de la fecha mencionada) En esta misma columna el comentarista
mencionado sostiene “que la democracia enfrenta el desafío de su propia
estabilidad coexistiendo con los retos de la pobreza y la desigualdad” No se podrá evitar que siga existiendo en
nuestro medio el fanatismo ciego que nos divide, pero cabría esperar que los
líderes de opinión sean más ecuánimes y objetivos en sus posturas, porque se
necesita construir una visión de la realidad y si bien la política puede y debe
tener ideología, siempre se necesitará, según Rolando Niella, “buscar un punto
de equilibrio. Claro que en Paraguay – concluyó este columnista– no nos
vendría mal, quitarnos del medio a los
políticos sin otra ideología que no sea el poder y el dinero”
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