MIEDO A EDUCAR
Miedo a educar o educación del
miedo. En estos días distintos sectores de la comunidad nacional han coincidido
en que una de las causas de nuestro atraso cívico y social es la deficiencia y
el atraso de la educación. Se ha afirmado reiteradamente que la baja calidad de
la clase política dominante se debe al factor educativo. Agregándose además,
calificaciones negativas al hacerse público los resultados de concursos de
jóvenes que buscaban acceder al beneficio de unas becas ofrecidas. Estamos de
acuerdo en que nuestra educación está en crisis pero la solución no vendrá
solamente por la vía de más escuelas, de más inversiones. Nuestro problema
educativo va más allá de conocer más castellano o matemática. Nuestro problema
más de fondo es que nuestra educación ha dejado de formar personas capaces de
conocer y asumir sus responsabilidades sociales y ciudadanas. Existe una clase
política dominante que se ha encargado de empobrecer a la gente y a convertirla
en simples clientes. Se ha sembrado la creencia del servilismo, de que nada se
consigue, ni trabajo ni ayuda si no es por intermedio del caudillo de turno. Entonces
ya no son ciudadanos, sino grupos de beneficiarios que tienen a la cabeza un
operador político. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? En primer lugar por la
vía del empobrecimiento. Se les arrebató la tierra a las poblaciones campesinas
y se les obligó a conformar cinturones de pobreza de los centros urbanos, donde
sobreviven con trabajos informales, de la mendicidad y hasta del raterismo. Se
los convirtió en parias, se les arrebató sus últimos ideales de rebeldía y
dignidad. Pero también las mismas familias y los maestros se encargaron de
imprimir en los niños y jóvenes, la educación del miedo, del “No te metas” en
ninguna de las organizaciones sociales o políticas. Los antivalores
transmitidos son el miedo y la sumisión. Pero este proceso de no educación, o
la educación de mediocridad y sumisión, naturalmente no fue accidental. Formó
parte de un plan perverso financiado desde afuera. Bajo el pretexto de la
reforma educativa, se crearon los Centros Regionales, se eliminaron los centros
estudiantiles, y se eliminó de la malla curricular Educación Cívica y Moral. El
proceso de vaciamiento estaba totalmente implementado. Al mismo tiempo se
inició el proceso de manipulación del magisterio. Los méritos pedagógicos ya no
significaban nada frente a los méritos políticos-partidarios. De alguna manera
es una gran injusticia querer descalificar al magisterio paraguayo
responsabilizándole de los bajos rendimientos cuando que este resultado es el
reflejo de un plan perverso de los políticos dominantes. Por todo ello, la
educación paraguaya enfrenta una situación crítica. Se necesita romper el
paradigma del miedo de educar. En esta cuestión también tiene responsabilidad
la iglesia católica. Hace rato que no evangeliza para el compromiso ciudadano
de sus fieles. Dejó atrás la metodología del ver, juzgar y actuar de la
Juventud Obrera Católica, de la Juventud Agraria, de la Juventud Estudiantil. Debilitó
además a las comunidades eclesiales de base. Se concentró en el movimentismo y
en el sacramentalismo. No están exentos además los partidos políticos y los
movimientos sociales. Se empobreció la formación ciudadana de jóvenes y los
recursos electorales se fueron a cualquier parte. La responsabilidad es de
todos y los obstáculos son muchos. Todavía se tiene que dedicar todo un
capítulo al rol de los medios de comunicación, los modernos enemigos de los
procesos de cambio y educación, totalmente manejados por los poderes fácticos. Debemos convenir que nuestro problema
educativo va más allá de más castellanos o de más matemáticas.
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